Medio ambiente

El exceso de nitratos en el regadío murciano supera el 60% por las hortalizas y los cítricos

Un estudio del CSIC y la Politécnica de Madrid concluye que en la actividad agraria regional existe un «uso excesivo de los fertilizantes artificiales», lo que deriva en la contaminación del suelo y del aire

Recolección de lechugas en el entorno del Mar Menor

Recolección de lechugas en el entorno del Mar Menor / Felipe García Pagán

Alberto Sánchez

Alberto Sánchez

La contaminación por nitratos agrícolas está bajo la lupa de numerosos organismos internacionales y nacionales. La reducción de su presencia en suelos y masas de agua es una necesidad y una obligación que deben cumplir los países de la Unión Europea, entre ellos España. La Región no puede mirar para otro lado, ya que sus zonas de regadío sufren una sobrefertilización que termina por alterar el ciclo del nitrógeno, lo que eleva las emisiones de gases contaminantes a la atmósfera y la acumulación de nitratos en el suelo, entre otros problemas medioambientales, apunta Alberto Sanz, investigador de la Universidad Politécnica de Madrid.

El experto, junto a un equipo de científicos internacionales, ha querido poner cara al problema del uso de los fertilizantes sintéticos en los cultivos de riego de la Región de Murcia y, especialmente, en las proximidades al Mar Menor. El mayor desperdicio de nitrógeno, asociado a los compuestos que ayudan a multiplicar el rendimiento de las cosechas, se encuentran en las producciones hortícolas, en los frutales en riego y en cítricos, lo que "supone un alto riesgo" para el entorno. Estos cultivos, que ocupan un 40% de toda la superficie agraria, ocasionan el 67% del exceso de nitratos en la Comunidad.

Junto con esto, Benjamín Sánchez, investigador Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA) del CSIC, apunta que los excedentes de nitrógeno y los aportes totales de esta sustancia al suelo agrícola "superan los 200 kilos por hectárea al año" en una buena parte de los regadíos de la Región. El aporte calculado de fertilizantes con nitrógeno al año en la Región alcanza las 40.000 toneladas, de las cuales dos tercios son sintéticos y el resto llegan de los purines de animales.

El objetivo del trabajo ha sido estimar el impacto de ocho estrategias de fertilización que vayan encaminadas a reducir el uso de estos compuestos sintéticos y eliminar los impactos ambientales con una mayor apuesta por los abonos orgánicos. Todo esto sin comprometer el rendimiento de las cosechas ni los beneficios económicos de agricultores y ganaderos. La completa dependencia de la agricultura respecto a estos compuestos con origen en los excrementos de la ganadería lograrían una reducción de los excedentes del nitrógeno en más de un 70%, otro 65% en el caso del óxido nitroso y hasta un 95% en emisiones de amoniaco a la atmósfera.

Por su parte, Sanz advierte de que existe un «desacoplamiento entre el sector agrícola y ganadero» por el uso del nitrógeno como elemento para mejorar la productividad. Es decir, los agricultores no llegan a beneficiarse de los desechos que genera la ganadería, un sector con mucho potencial en la Región por las explotaciones intensivas de porcino.

En los escenarios estudiados, la eliminación de los compuestos artificiales implicaría «una reducción sustancial en la huella de carbono" en el regadío pero también "conllevaría pérdidas sustanciales de productividad". Sanz explica que "son necesarias políticas y cambios estructurales", como por ejemplo mejorar el transporte de fertilizantes orgánicos y facilitar su uso al agricultor.

Cuidar los acuíferos

Ambos investigadores subrayan que la producción de fertilizantes orgánicos en la Comunidad podría abastecer a la producción agrícola regional. «Ese desequilibrio entre ambos sectores conlleva un exceso de nitratos en el campo que el sistema no puede asumir». La Región tiene hoy en día 16 masas de agua subterráneas afectadas por la contaminación de nitratos agrícolas, lo que obliga a establecer un programa de control para reducir la presencia de este compuesto tóxico para los recursos hídricos en los acuíferos. La superficie afectada abarcaría 285.000 hectáreas donde sería prioritario actuar contra los nitratos.

Sanz y Sánchez ponen el acento en el caso paradigmático que representa la Región a escala nacional. «Estamos hablando de una comunidad semiárida con una de las actividades agrarias más importantes del país, pero que a su vez ha expuesto al medio ambiente a una sobrefertilización que ha derivado en procesos de eutrofización como los del Mar Menor o contaminación de las aguas subterráneas».

A vista de pájaro

El trabajo, publicado en la revista Environmental Research Letters, realiza una aproximación integral realizando un estudio de los flujos del nitrógeno, como compuesto esencial del nitrato, «a lo largo de todo el sistema agroalimentario murciano y combinándolo con un análisis geoespacial detallado de los lugares y cultivos en los que se registra un exceso de fertilización».

El análisis incluye una dimensión histórica, con una estimación de los flujos de nutrientes en el periodo 1860-2018, y una exploración del sistema agrario a través de distintas escalas espaciales (desde toda la región a áreas de menos de un kilómetro cuadrado) y sistémicas (desde áreas de cultivo, pastos, zonas ganaderas o urbanas, hasta todo el sistema agroalimentario en su conjunto).

Sánchez define el trabajo como un análisis a «vista de pájaro» que permite diferenciar el uso de fertilizantes en distintas áreas dedicadas a todo tipo de cultivos.

«La metodología utilizada para este análisis es también integradora, al combinar modelos que consideran el impacto de las soluciones propuestas en la emisión a la atmósfera de sustancias tóxicas, como el amoniaco y los gases de efecto invernadero, y la retención de nitrógeno potencialmente lixiviable en el suelo, así como sobre las productividades de los cultivos implicados», recalca el investigador.

Menor uso de la urea sintética para contaminar menos

De todas las propuestas analizadas por el grupo de investigadores liderados por el Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria y la Universidad Politécnica de Madrid, hay una que destaca entre todas. Los expertos han analizado la alternativa de reducir el uso de la urea sintética en los fertilizantes, lo que implicaría reducir un 19% de los aportes de nitrógeno al suelo agrícola y eliminaría entre la mitad y el 85% de las emisiones de amoniaco a la atmósfera.

Junto con esto, los científicos estiman que aplicar esta medida no supondría una pérdida en la rentabilidad de las producciones, que no llegaría al 3%. Esta opción sería tanto para emplear abonos orgánicos como fertilizantes artificiales pero sin urea artificial. Añaden que la implementación de esta estrategia requiere un diálogo abierto para entender los 'pros' y los 'contras' a la hora de tomar este tipo de decisiones, aunque entienden que llevarla a cabo no resultaría fácil.

Las estrategias regionales, apuntan los investigadores, que persigan la reducción del nitrógeno en las actividades agrícolas «serían más efectivas cuando se centraran en los cultivos y las ubicaciones que contribuyen más a los excedentes de este elemento, en lugar de apostar por reducciones genéricas». No obstante, los autores inciden en que «para reducir los desequilibrios encontrados es necesario, en primer lugar, acoplar la producción agrícola con la producción ganadera, lo que aseguraría un cierre de los flujos de nutrientes en la Región de Murcia».

Los investigadores también analizaron la posibilidad de eliminar por completo todos los fertilizantes inorgánicos de la práctica agrícola, lo que conllevaría una reducción del 75% de los excedentes de nitratos sobre los campos. Sin embargo, estimaron que esta posibilidad implicaría para el agricultor perder hasta un 35% del rendimiento productivo y económico de sus cultivos. Por ello, apuestan por comenzar con la eliminación de la urea sintética de los fertilizantes. Este compuesto puede acelerar el metabolismo de las plantas, pero aporta una gran cantidad de nitrógeno al suelo. Todas estas soluciones, unidas a una mejora de las prácticas, «se alinea con las estrategias de la Unión Europea» como el plan ‘De la Granja a la Mesa’ o la aplicación de medidas tecnológicas para aumentar la eficiencia del uso de dichos fertilizantes».

Diseñar estrategias concretas para abordar los problemas

El investigador de la Politécnica de Madrid, Alberto Sanz, explica que la reducción de nitratos no se puede acometer siguiendo solo «normativas generales», sino que se debe apostar por impulsar medidas específicas para cada territorio, como ocurre en el caso de Murcia con la Ley de recuperación y protección del Mar Menor del Gobierno regional, el Marco de Actuaciones Prioritarias para la Recuperación del Mar Menor del Gobierno central o los derechos reconocidos para la laguna con su nueva personalidad jurídica. Incide en que se necesita abordar un análisis completo para diseñar medidas concretas que logren reducir los problemas de eutrofización locales derivados de las prácticas agrícolas. Sanz recuerda que es esencial abordar la descontaminación de las masas de agua subterráneas.