Salud

La genética está detrás de cerca del 30% de los casos de obesidad grave en adolescentes

La Región de Murcia lidera las tasas de obesidad y sobrepeso en adultos a nivel nacional, que son más altas en el sur, por lo que los especialistas trabajan en un plan estratégico para frenarla

La obesidad infantil y la adolescente es una de las grandes preocupaciones de los especialistas.

La obesidad infantil y la adolescente es una de las grandes preocupaciones de los especialistas. / L.O.

Ana García

Ana García

Medir las calorías de lo que se come y hacer ejercicio no son suficientes en muchos casos para hacer bajar la báscula, ya que los factores genéticos tienen un peso destacado en este problema de salud. Concretamente, cerca del 30% de las obesidades graves en la adolescencia se deben a cuestiones genéticas.

Así lo ponen de manifiesto los responsables de la Sociedad Española de Obesidad (Seedo) y la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (Seen), quienes ayer hacían una radiografía de situación con motivo del Día de la Obesidad y alertaban de que el exceso de peso se está convirtiendo en una epidemia.

A nivel nacional las cifras son preocupantes, ya que España está a la cabeza de Europa en estos datos, con cinco de cada diez adultos con exceso de peso y dos de cada diez con obesidad, pero a nivel autonómico también la Región de Murcia lidera el ranking por comunidades.

El último ‘Informe anual del Sistema Nacional de Salud 2020-2021’ del Ministerio de Sanidad recoge que los territorios con las prevalencias más altas de obesidad en adultos son Andalucía (19,7%), Asturias (19,1%) y la Región de Murcia (19,1%), mientras que la menor la tiene Extremadura (12,8%).

Desde la Seedo indican que el 25% de los hombres y el 23% de las mujeres viven con obesidad, lo que hace que estas personas tengan una esperanza de vida de 2,6 años menos y que la atención a las patologías relacionadas con el exceso de peso llegue a suponer el 9,7% del gasto total en salud.

«La obesidad se estudia desde la perspectiva de los adultos, pero empieza mucho antes, desde el embarazo. Los mil primeros días de vida son fundamentales, tiempo que comprende el embarazo y hasta los dos años del niño, ya que marcan el riesgo a futuro debido a la exposición a factores genéticos y ambientales», apunta Gilberto Pérez, endocrino pediátrico y miembro del área de obesidad de la Seen.

Como sociedad, ha proseguido el pediatra, «tenemos la obligación de hacer diagnósticos y no solo recomendar dieta y ejercicio. Es fundamental no estigmatizar y para ellos estamos trabajando en un plan estratégico con el que luchar contra la enfermedad».

En este sentido, la presidenta de la Fundación de la Seen y miembro del Comité Gestor del área de obesidad, Irene Bretón, reclama, ante una enfermedad que afecta a más del 20% de las personas, que «es necesario implicar a todos los actores porque no se le está prestando la suficiente atención a estos pacientes».

Cirugía bariátrica

La especialista insiste en que «los tratamientos no están al alcance de los ciudadanos» y pone como ejemplo la cirugía bariátrica, en la que no existe ni un compromiso de tiempo de espera estimado, como sí ocurre en otras especialidades, «haciendo que los pacientes se enfrenten a interminables listas de espera».

La doctora Bretón afirma que «se están realizando diversas acciones que intentan prevenir la obesidad, pero, en general, son inconexas y no tienen el impacto previsto».

Activar la grasa parda, una opción prometedora como tratamiento

Tanto la Seedo como la Seen han querido centrarse en esta ocasión en reivindicar más investigación para poder avanzar hacia una medicina personalizada con la que frenar la que ya es una «nueva pandemia». Pero donde más se concentran las miradas es en descubrir cómo activar la grasa parda para tratar, e incluso prevenir, la obesidad. El metabolismo cuenta con dos tipos de tejido graso: uno blanco que almacena calorías extra, y el tejido graso pardo, al que inicialmente se atribuía una función de producir calor y mantener la temperatura del cuerpo en condiciones de frío ambiental, pero que ya se sabe que es un sistema de protección «quemagrasas» que elimina el exceso de alimentos ingeridos y evita que se acumulen como grasa blanca. «Ya no hay duda de que potenciar su activación sirve para prevenir e incluso tratar la obesidad», según el catedrático del departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Barcelona Francesc Villaroya. Intentar hacerlo con fármacos es factible, pero se topa con muchos efectos secundarios indeseables a nivel cardíaco; superar esta limitación constituye una de las principales líneas de investigación. Otra es identificar los factores hormonales -batoquinas- que se cree que libera el tejido adiposo pardo a la sangre y que tienen un impacto saludable en el sistema cardiovascular. Cuando eso ocurra, se podrán utilizar para tratar y prevenir enfermedades graves que son muy frecuentes en personas con obesidad. Seedo y Seen han puesto en marcha una campaña de difusión en redes con el hashtag #activatutejidopardo para difundir qué es y cómo se activa.