La Opinión de Murcia

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"La Región tiene una alta siniestralidad vial, pero una moderada letalidad"

Los investigadores de la UMU Jorge Eduardo Martínez, Fernando Ignacio Sánchez y José María Abellán han elaborado un estudio en el que analizan los accidentes de tráfico en toda España de 2008 a 2019

Jorge Eduardo Martínez (i), Fernando Ignacio Sánchez (c) y José María Abellán.

Los investigadores de la Universidad de Murcia (UMU) Jorge Eduardo Martínez, Fernando Ignacio Sánchez y José María Abellán han elaborado un estudio en el que analizan los accidentes de tráfico en toda España de 2008 a 2019. Se trata de una investigación que «actualiza y amplía» una anterior, efectuada en 2011. «Esta idea de actualización fue acogida con mucho interés por la Fundación Gaspar Casal y por la Fundación Mutua Madrileña, que finalmente impulsaron el proyecto», manifiestan a La Opinión los tres autores, docentes de economía aplicada, en una entrevista.

  - ¿Cómo surgió la idea de hacer este estudio?

El presente estudio es, en gran medida, continuación de otro estudio previo, realizado por el equipo investigador, de la Universidad de Murcia, junto a investigadores de la Universidad de Alicante, para el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie), y publicado por la Fundación BBVA en 2011. En aquel estudio analizábamos la evolución de la siniestralidad vial en España y la Unión Europea a lo largo del periodo 1997-2007. Parecía oportuno, por el tiempo transcurrido, actualizar aquella investigación, centrándola, además, en las diferencias entre las distintas comunidades autónomas, enriqueciéndola por añadidura con la estimación de los costes sociales derivados de los accidentes de tráfico con víctimas, aspecto este que no fue abordado en el estudio de 2011. Esta idea de actualización y ampliación del estudio previo, abarcando el periodo comprendido entre 2008 y 2019, último año con información definitiva, fue acogida con mucho interés por la Fundación Gaspar Casal y por la Fundación Mutua Madrileña, que finalmente impulsaron el proyecto.  

- Sus datos indican que Murcia ha reducido la tasa de letalidad de sus accidentes de tráfico en más de un 78 por ciento en una década, una bajada muy superior a la del resto de España. ¿Por qué ha sido así, qué peculiaridades tiene la Región?

En primer lugar, hay que tener presente el punto de partida de la Región de Murcia en relación al resto de comunidades en 2008. En ese año la tasa de letalidad (fallecidos por cada 100 accidentes con víctimas) en nuestra comunidad se situaba en 9,2, casi tres veces la media nacional. Dicha tasa, de hecho, llegó a alcanzar un valor de 11,4 en 2011, situándose finalmente en 2019 en una cifra de 2 fallecidos por cada 100 accidentes con víctimas, tan solo tres décimas por encima de la media nacional (una reducción relativa del 78% con respecto al valor de 2008). Por tanto, es claramente el territorio autonómico que más ha convergido a la media nacional en este aspecto. Y lo ha sido pese a que la Región de Murcia es también la comunidad autónoma en la que se ha registrado un mayor aumento de la tasa de accidentalidad (accidentes con víctimas por 100.000 habitantes) durante el periodo analizado, creciendo nada menos que un 125%. Podríamos decir, por tanto, que la Región de Murcia ha pasado de tener una baja siniestralidad, pero elevada letalidad, en 2008, a tener una alta siniestralidad, pero moderada letalidad, en 2019. Esta combinación de tendencias provoca que la tasa de mortalidad por 100.000 habitantes (que es el producto de las dos tasas anteriores, letalidad y accidentalidad) se mantenga relativamente estable respecto a la media nacional, a la que continúa superando en aproximadamente un 20% (tal y como lo hacía en 2008).

"Una aspiración realista sería hacer un uso cada vez más racional del vehículo particular"

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- ¿En qué se diferencian los accidentes de tráfico de hace una década con los de ahora?

Ciertamente el perfil de siniestralidad ha variado desde 2008 a esta parte. En primer lugar, se ha incrementado en un 35% la importancia relativa de los accidentes en vías urbanas, frente a los ocurridos en vías interurbanas, cuyo número se ha reducido en un 15%. Atendiendo al tipo de vehículos, lo más destacable es el hecho de que los llamados “usuarios vulnerables” (peatones, ciclistas, motociclistas) han ganado peso relativo, tanto en el número de accidentes con víctimas, como en el de fallecidos y hospitalizados. Por lo que respecta a las características de las víctimas, la siniestralidad (particularmente en relación a los fallecimientos) se ha desplazado hacia estratos de edad más avanzada. Por último, hay una modesta reducción en el porcentaje de hombres fallecidos respecto al total a escala nacional, que en el caso de la Región de Murcia se amplifica significativamente, pasando de un 89% a un 74%. 

- ¿Qué falta por hacer a la hora de concienciar a las personas del peligro de la carretera?

En nuestra opinión, la modificación de los malos hábitos de conducción requiere del despliegue de medidas de distinta índole, tanto coercitivas como educativas. La evidencia de que disponemos sugiere que, por ejemplo, la entrada en vigor del carné por puntos en julio de 2006 no influyó perceptiblemente, por sí sola, en la tendencia de la mortalidad en carretera. Sí que lo hizo, una vez fue reforzada por la modificación del Código Penal en noviembre de 2007, tipificando penalmente determinadas conductas de conducción temeraria que antes revestían la consideración de faltas, no de delitos. A este tipo de medidas disuasorias habría que añadir la articulación de programas de formación vial que “empujen” a los conductores en la dirección de una mayor concienciación y responsabilidad al volante, como de hecho recoge la reciente reforma de la Ley de Tráfico, en vigor desde fines del pasado mes, que permite la recuperación de hasta 2 puntos a aquellos conductores que realicen cursos de conducción segura y eficiente.

- En el conjunto de España, dos tercios de los fallecidos en accidentes viales son hombres. ¿Conducen los varones peor que las mujeres?

Ese predominio de los hombres en los accidentes se debe a varios motivos. Uno, es que entre los usuarios de vehículos hay más hombres que mujeres, aunque esta diferencia se va estrechando con el paso del tiempo. Por otra parte, el entorno más habitual de conducción de las mujeres es la ciudad, lugar donde se producen accidentes de menor gravedad. A esto se añade el hecho de que las estadísticas evidencian comportamientos más arriesgados por parte de los hombres. Por ejemplo, el 95% de los fallecidos en cuyo organismo se detecta la presencia de drogas o psicofármacos son hombres e, igualmente, la mayoría de los conductores que pierden el permiso de conducir por cometer delitos e infracciones, también son hombres.  

- En lo más duro del confinamiento, por razones obvias, desapareció casi todo el tráfico y, con ello, los accidentes. ¿Seríamos capaces los humanos de vivir sin coche?

Una aspiración realista sería hacer un uso cada vez más racional del vehículo particular y un desplazamiento de la movilidad urbana hacia medios de locomoción sostenibles. Esto requiere, de un lado, de un respaldo institucional decidido al transporte público, favoreciendo su utilización cotidiana, así como del rediseño de los espacios urbanos para acoger nuevas fórmulas de movilidad 'limpia' y saludable. 

- ¿Son ustedes partidarios del endurecimiento de las sanciones como medida preventiva o creen que no daría resultado?

Como hemos señalado antes, creemos que, efectivamente, el endurecimiento de las sanciones puede jugar un papel importante en la disuasión de patrones de conducción temeraria. Dicho esto, como también indicábamos antes, habría que compaginar la actualización periódica de las sanciones con las iniciativas conducentes a sensibilizar y concienciar más eficazmente a los conductores.  

- ¿Cuáles son sus próximos proyectos de investigación?

Actualmente nos encontramos trabajando en el estudio de las preferencias sociales acerca de la distribución de los recursos sanitarios. Queremos saber lo que piensa la ciudadanía acerca de cómo deberían priorizarse los tratamientos sanitarios. Además, continuamos investigando en la mejora de los instrumentos para medir los resultados en salud de la forma más precisa posible, con la finalidad de ayudar a la toma de decisiones a todos los niveles del sistema sanitario. Por último, estamos preparando un libro sobre la aplicación de la economía conductual a la política farmacéutica, con el objeto de, por ejemplo, mejorar la adecuación en la prescripción de medicamentos, por parte de los médicos, así como aumentar la adherencia a los tratamientos por parte de los pacientes.

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