Obras

Las últimas intervenciones en la iglesia de San Patricio y el Puente de la Torta despiertan las críticas de los vecinos de Lorca

En el caso de la antigua colegiata se han iniciado los trabajos para retirar la escalinata de la fachada principal, mientras que en el puente se han construido varios muros que modifican su estética tradicional

Las máquinas comenzaban esta mañana a demoler las escaleras de San Patricio.

Las máquinas comenzaban esta mañana a demoler las escaleras de San Patricio. / Daniel Navarro

Daniel Navarro

Daniel Navarro

Las últimas intervenciones acometidas por el Ayuntamiento de Lorca en dos de los monumentos más representativos del municipio no han sido bien recibidas por los vecinos de la Ciudad del Sol. Concretamente, se trata del inicio este miércoles de los trabajos para la retirada de la escalinata situada en la fachada principal de la iglesia –antigua colegiata– de San Patricio, así como de la construcción de varios muros en los extremos del Puente de la Torta.

En el caso de San Patricio, el Ayuntamiento argumentaba que las escaleras no forman parte de la estructura original del muro perimetral del templo, por lo que no cuentan con grado de protección alguno. Según explicaba la edil de Urbanismo, María Hernández, la escalera, tal y como se encuentra en nuestros días, responde a la "última reforma a la que fue sometida en 1996. Entonces, se eliminaron los escalones colocados en el interior del atrio, volviendo a disponerlos a partir del muro de cierre invadiendo, consecuentemente, una mayor porción de la calle. Ante la necesidad de invadir lo menos posible la calzada con la escalinata, los peldaños se hicieron algo forzados. La poca profundidad de estos nuevos escalones unida a la excesiva pendiente, vuelven la escalera casi impracticable para su uso", por todo ello, el Consistorio decidía acometer su retirada para, además, facilitar la circulación de vehículos y peatones por el lugar.

Máquina excavadora frente a San Patricio.

Máquina excavadora frente a San Patricio. / Daniel Navarro

La actuación, que se desarrollará durante las próximas semanas y tendrá un coste de 7.000 euros, ha generado cierto rechazo entre los lorquinos. En concreto, la asociación 'Lorca por su Patrimonio Cultural' ponía de manifiesto a través de sus cuentas de redes sociales que "los argumentos esgrimidos por el Ayuntamiento no eran válidos". Consultada por esta Redacción, la presidenta de la entidad aseguraba que habían puesto los hechos en conocimiento de la Dirección General de Patrimonio Cultural para su análisis.

Por otro lado, las últimas obras llevadas a cabo en el Puente de la Torta también levantaban polémica en la ciudad, ya que a través de la instalación de bloques de hormigón en ambos extremos del puente, "se habría alterado su estética". Así lo denunciaba Nines Mazuecos, edil del Partido Socialista, que reclamaba al alcalde Fulgencio Gil una explicación acerca de la finalidad de la nueva estructura.

"Nuestra preocupación radica en preservar la integridad arquitectónica y estética de Lorca, valorando la importancia de mantener la identidad visual de nuestros espacios urbanos. Las nuevas estructuras levantadas en los extremos con bloques de hormigón distorsionan la visual de este emblemático puente, histórico y único; siendo junto al Puente de Golbardo, en Santander, una de las primeras estructuras de hormigón armado construidas en España en los comienzos del siglo XX", explicaba Mazuecos.

Estado actual del Puente la Torta.

Estado actual del Puente la Torta. / L.O.

Ante estas afirmaciones, el Ayuntamiento emitía un comunicado en el que señalaba que los trabajos "responden a cuestiones de seguridad y convivencia, y al objeto de evitar nuevas incidencias que ya se habían registrado con anterioridad y ante las cuales los vecinos habían mostrado su malestar. Por ello, se ha procedido a ejecutar esta solución, que mantiene la línea de diseño original del puente".

"Estas labores iniciales no sólo permitirán, posteriormente, una mejora estética del puente, sino una mayor protección para viandantes y el propio entorno, evitando que se pueda convertir en un foco de insalubridad, teniendo que recurrir, por otro lado, a otros mecanismos disuasorios de seguridad", continuaba el escrito, que terminaba señalando que "se trata de una intervención ‘sin acabar’ y que se tendría que ejecutar independiente del signo político del partido que gobernase".