El partido era de los grandes. Domingo, 5 de la tarde, con el sol iluminando el césped del Cartagonova, y con el liderato en juego. La grada presentó una de las mejores entradas de toda la temporada (más de 8.000 espectadores) para animar a su equipo en un partido que a la postre puede resultar decisivo. Había ganas de revancha después de que el Marbella se llevara el partido de ida con un solitario tanto de Chus Hevia. Y, sobre todo, había ganas de defender ese liderato que el Cartagena ostentaba desde el mes de noviembre.

La promoción del club cartagenerista surtió su efecto. Los abonados al club albinegro podían traer al partido de ayer un acompañante por solo 5 euros, y además todos los no abonados que acudieran al plebiscito por el liderato entrarían gratis al próximo encuentro si ganaba el Cartagena. No hubo suerte para ellos. El Marbella asaltó el Cartagonova en una tarde difícil de olvidar.

Una serie de altercados en los aledaños del estadio emborronaron la previa del partido. La Policía tuvo que intervenir para detener un pelea entre aficionados del Cartagena y los pocos que se habían desplazado desde Marbella. Un grupo de quince ultras del conjunto visitante lanzaron botellas y otros objetos a una serie de seguidores albinegros en un bar de la Rambla de Benipila. Rápidamente, la Policía intervino, detuvo los incidentes e identificó a los responsables de la trifulca. Sin embargo, no hubo ninguna detención.

Precisamente, el partido se celebraba después de una semana turbia, en la que la presencia de los ultras en los campos de fútbol había sido tristemente protagonista el pasado jueves, cuando un miembro de la ertziana falleció por un ataque al corazón mientras los incondicionales del Athletic Club y los violentos aficionados del Spartak de Moscú protagonizaban un episodio tristísimo antes del partido de Europa League.

A diferencia de otros campos de nuestra geografía española como San Mamés o Vallecas, donde varios indeseables han sido incapaces de respetar el minuto de silencio en memoria de Inocencio Alonso, el ertzaina fallecido el jueves, en el Cartagonova no se escuchó el más mínimo suspiro.

Pero rápidamente se demostró que no iba a ser un partido de los más pacíficos. En el campo no hubo jugadas antideportivas, pero la polémica inundó el partido más importante de la jornada en Segunda B. Varón Aceitón, el colegiado del partido, se convirtió en el protagonista de la tarde antes de que concluyera la primera mitad. Una serie de decisiones controvertidas, que siempre cayeron del lado de los visitantes, irritaron a la parroquia albinegra. Un posible penalti sobre Owusu, algunas faltas señaladas a favor del Marbella, e incluso el pitido final de la primera parte (justo cuando había libre directo para los locales) provocaron que el árbitro se llevara una sonora pitada camino de los vestuarios.

Y en el segundo tiempo, el partido se le fue de las manos. Una jugada embarullada en el área del Marbella concluyó con el balón en el fondo de la portería. Cierto es que era casi imposible discernir qué había sucedido exactamente. Tras un par de minutos con el Cartagonova en vilo, dudando si el tanto del empate subía al marcador o había penalti para los locales, el colegiado no concedió ni una cosa ni otra. La expulsión de Monteagudo terminó de enfurecer al estadio.

Por si eso no fuera poco, a la conclusión del choque algunos futbolistas del Marbella, como el mediocentro Javi, dirigieron gestos muy reprobables hacia la grada. Y los seguidores del Cartagena reaccionaron con mayor efusividad. El ambiente se calentó aún más, y algunos se las vieron y se las desearon para enfilar el túnel de vestuarios. Finalizado el partido, la Policía intervino de nuevo para separar a los aficionados que salían muy tensos del campo. La cosa no pasó a mayores. En esta batalla, una de las más hostiles que se recuerdan en el feudo albinegro, el único perdedor fue el FC Cartagena. Después de las broncas, polémicas y enfrentamientos, los puntos y el liderato viajan hacia la Costa del Sol.