El Albacete se llevó ayer la victoria de Nueva Condomina gracias a las dos únicas oportunidades que tuvo, pero las metió. Por su parte, el Murcia ofreció la peor versión ante su público y vuelve a situarse a dos puntos del descenso, cuando la semana pasada estaba a cinco. Un riguroso arbitraje y la falta de puntería de los granas fueron las principales claves de un choque en el que se aburrieron hasta las piedras.

En un partido de fútbol, aunque seas y te muestres superior a tu rival, aunque tengas la iniciativa del juego y aunque te encuentres arropado por tu público, de nada sirve siempre que no seas capaz de demostrar la superioridad con goles. Si a esto le añadimos que los jugadores del Murcia, definitivamente, se asustan en Nueva Condomina, pues el partido llegó al descanso sin goles y con malas sensaciones.

Malas sensaciones en el sentido de que si fuera de casa, el equipo es capaz de jugar con cierta verticalidad, muchos se preguntan los motivos por los que en casa parece que a la plantilla se le olvida en un 'plis plas' cómo se hacen los goles. Y resulta que los goles se hacen atacando. Si los granas no dispararon a puerta en los primeros cuarenta y cinco minutos y encima las tres últimas ocasiones del primer acto fueron de los manchegos, pues resulta que todavía se podían dar por contentos los pupilos de González de llegar al descanso empatado a nada contra su adversario.

Además en este período sólo funcionó bien la línea defensiva, en el aspecto, claro está, de contener las embestidas de un equipo, el Albacete, que llegó al feudo murciano sabiendo que podía sacar tajada ante un rival que es capaz de lo mejor y de lo peor.

Mejía y Pereyra en el centro del campo no estuvieron a la altura. Isaac y Pedro, los extremos del equipo, tampoco tuvieron la fluidez que normalmente atesoran y los delanteros, aunque este sea un capítulo aparte, siguen perdidos sobre el campo sin un buen pasador que les nutra de oportunidades. El Murcia en la primera parte de ayer no fue el equipo del que todo el mundo habla maravillas, el que es capaz de recomponerse cuando encaja un gol y el que es capaz de plantar cara a los mejores de la categoría. Fue sencillamente un mal equipo. Hubo voluntad, eso sí, pero lejos de lo que últimamente ofrecen los murcianistas en el torneo liguero.

En la caseta todavía hay miedo a utilizar a jugadores como Mario Rosas, poco dado a defender, pero capaz de inventar ese último pase que tanta falta le hace a este equipo. Hoy por hoy, González tiene miedo de perder con apuestas arriesgadas todos lo que ha logrado desde su llegada. Es la única verdad.

En la reanudación, el Murcia cambió el chip por completo y se lanzó sin miedo a por la portería de Cabrero. Antes de llegar al sesenta de juego, Chando, por partida doble, y Kike, con un remate al palo, tuvieron tres buenas ocasiones para marcar.

Pero la falta de puntería también cuenta y los granas ayer parecían tener la mirilla poco ajustada, por no decir nada. El público apretó como puede exigir una afición como la grana, y ya lo que quedaba hacer sobre el campo era marcar para abrir la lata. Pero a David Vidal le valía el punto (realmente al Murcia también) y el Albacete también trabajó de lo lindo para evitar males mayores. Se juntó todo. Las muchas prisas de uno y las pocas de otro. Lo de siempre.

Lo peor es que conforme pasaban los minutos, el Albacete se replegaba más y se hacía más difícil llegar a su área. Encima expulsan a Sergio Fernández por doble amarilla y marcó Sousa aprovechando un despropósito de Juan Elía. Peor no le pudieron salir las cosas al Murcia, pero jugó mucho con fuego, demasiado algunas veces. Además, como premio por perdonar buenas ocasiones, una jugada de Sousa la culminó Antonio López con el segundo del Albacete para dejar a la plantilla grana, como algunos de ellos reconocieron, con cara de tontos.