Teleiste mouska (Everlasting Records, 2017), traducido según ellos como ´Vino de ojo de gaviota´, es el tercer disco de Crudo Pimento, el quinto si contamos los dos de descartes que suelen acompañar sus grabaciones oficiales. De nuevo, los murcianos son pura provocación y transgresión, exorcismos y aullidos de ultratumba. Hay besos, pero son de alambre de espino. Por primera vez utilizan el castellano para todos los cortes y, esta vez, han tirado de un método procedente del hip-hop underground, el sampleo de J Dilla. El resultado es tan desconcertante como adictivo. Un expediente X del rock paranormal. Ya puedes ir olvidándote de los lugares comunes y dejándote seducir por el hálito misterioso y original de estos tipos únicos, crudos, exquisitamente desesperados. Los que duden, mejor se abstengan de realizar este viaje que hace parada esta noche en la REM.

P ¿De dónde ha salido este título?

R Raúl Frutos: Viene de una experiencia traumática que tuvimos con unas gaviotas en Pontevedra. Toda la ciudad está tomada por las gaviotas, que hablan entre ellas en un lenguaje demoníaco. El título está sacado de una canción de FHHX que intenté rapear en inglés y no me salió, así que puse la voz en reverse y me quedó algo muy extraño. De ahí cogí el título, que después se ha relacionado con las gaviotas; el vino que se puede hacer del ojo de una gaviota. Es una imagen surrealista.

P Con ese mimbre y un título tan misterioso, ¿cuál es el contenido del disco? A priori suena como una Pesadilla rara, que por cierto decís que es la canción más pop.

R Inma Gómez: No lo dijimos nosotros, lo dijo otro medio, y nosotros lo hemos cogido. Nunca nos habían atribuido la etiqueta pop.

R R. F.: Donde se mueve este disco es en la inconsciencia, en no pensar mucho las cosas, sobre todo líricamente. Todo ha sido prácticamente improvisado y creado a partir de manchas musicales.

P Es muy pictórico.

R R. F.: Sí, y es algo parecido a lo que hace Cascales. Él crea su pintura de esa forma también. La forma de crear música en todos los discos, y en este en concreto mucho más, es grabar cualquier cosa y sobre eso imaginar otras cosas e ir sumando manchas hasta llegar a las voces, que son otras manchas más que se van sumando repentizadas, improvisadas.

P Suena a test de Rorschach.

R R. F.: Sí, pero no hay nada premeditado. Incluso al disco le hemos dado la forma de lo que puede ser un 'cadáver exquisito'. Me encanta la idea de aplicar ese concepto literario a la hora de hacer música; eso de coger una primera línea y, sin ser consciente, relacionarlo con otra.

P El disco lo habéis grabado en Villa Jarocho, en casa, pero esta vez la masterización se ha ido a Londres. ¿Hay más medios?

R R. F.: Nos dieron la posibilidad de trabajar con Nick Robbins desde Everlasting, el sello con el que hemos firmado. Ha sido el único paso fuera del salón de casa, tenemos cierta alergia a los estudios de grabación. El simple hecho de estar grabando en una pecera con una persona detrás de un cristal y con un tiempo establecido me tira para atrás.

P ¿En casa grabas con la ventana abierta viendo la calle?

R R. F.: Yo grabo con la puerta abierta que da a la calle Cartagena, pegando gritos. Este verano hemos dado un espectáculo grabando el disco?

P ¿Y no se acercó la policía?

R R. F.: La policía no, pero la vecina nueva tiene que estar alucinando. Antes teníamos un vecino que era punk y hacia más ruido que nosotros... Retomando el hilo, detesto grabar en un estudio: mata la creatividad, no da pie a lo inmediato y a los sonidos repentinos de la calle.

P Por primera vez el disco es enteramente en castellano.

R I. G.: Yo siempre he querido apostar por el castellano.

R R. F.: Y luego pasa una cosa: las letras, al ser repentizadas, obviamente no lo puedo hacer en inglés, y mucho menos en enoquiano. La fórmula para repentizar e improvisar es en tu lengua materna.

P Esto viene del trovo.

R R. F.: Sí. Mi padre no es trovero reconocido, pero es trovero, y siempre improvisa y es una ametralladora cantando el aguilando murciano.

P Me sorprende también la relación que mantenéis con el mundo infantil. En Luz que ver en la cara parece que os hayáis fijado en «Que llueva, que llueva...».

R R. F.: Si, es como una melodía infantil. De hecho consideramos como acto de creación poético el lenguaje que manejan los niños. Todos hemos canturreado cancioncillas y nos hemos inventado letras... Y sí, se parece a La Virgen de la Cueva, aunque un tanto más siniestro: la virgen de la cueva va a venir y te va dar un bocao´ que te arrancará la cabeza. Es una canción que marca la ansiedad por saber si te vas a acostar una noche y ya no vas a despertar.

P Otra canción, Caimán de boca negra, la rematáis con un sample de Malcolm X.

R R. F.: Fue casual. Hubo una temporada que me dio por ver discursos de Malcolm X, de Martin Luther King, y decidí hacer una pequeña librería de samplers; pero éste no tiene ese sentido político en la canción. Simplemente pensé que estaba un poco relacionado cuando dice «si estás en lo correcto, estás en lo correcto; si estás equivocado, estás equivocado». Aquí es algo así como: si aciertas, aciertas, y si te equivocas, amigo, vas a la boca del caimán.

P Habláis de sampleos y también de autosampleos.

R R. F.: Eso es algo que ha entrado en nuestra vida recientemente: la técnica que usaba J Dilla, aunque Steve Albini, que en esto es un auténtico gilipollas, tiene una guerra contra el sampleo que no termino de entender. Leí una entrevista suya en la que lanzaba pestes contra Kanye West y la gente que sampleaba, y los consideraba unos ladrones, gente que no hacía música. Para mí Dilla ha sido uno de los compositores contemporáneos, ya no solo dentro del pop, con el sentido armónico más complejo que ha habido en los últimos 40 años, aunque todo lo que hiciera fuera coger trocitos de canciones y mezclarlas, pero el cabrón conseguía darles un sentido armónico que a veces le acerca a la música clásica contemporánea...

P No sé si en el disco uno se puede encontrar a Ry Cooder descubriendo la Salve de los Auroros.

R R. F.: Pues esa es la idea. Hay un respeto absoluto y amor por Ry Cooder y la impresión que me causó escuchar por primera vez a una campana de auroros, en concreto la de Santa Cruz. Se me grabó a fuego la Salve de los siete dolores [Raúl se pone a entonarla emocionado]. Me alucina. Y pensé que podía encontrarse ese mundo de lo que se hace en un rincón oscuro de la huerta con la parte más atmosférica de Ry Cooder.

P ¿Vuestras canciones solo permanecen cuando están grabadas?

R. F.: He llegado a un punto en el que esto puede parecer incluso un poco ridículo, pero pienso que las canciones tienen un momento especial en el que se graban, y es un momento único e irrepetible. Un momento de inspiración que has tenido, o de forma de cantar, o si ese día estás muy jodido y se ha transmitido esa jodienda que llevas encima... Intentar reproducir eso mismo en directo una y otra vez me llega a parecer ridículo.

P ¿Cómo sabe el vino de ojo de gaviota?

R I. G.: Petrificante.

R R. F.: A muerte y destrucción.