­«Hagan lo que quieran. Prométanse cosas imposibles. Esta es su noche». Así se dirigía Alejandro Sanz al respetable que llenaba anoche el estadio Cartagonova, en la ciudad portuaria, para disfrutar -porque de antemano sabía que iba a disfrutar a saco- de un recital enmarcado en la gira Sirope Vivo, con la que el artista recorre el mundo para presentar las canciones de su último álbum.

Aunque en realidad el concierto se convirtió más en un tributo a los clásicos de su carrera que en una presentación de temas nuevos. Tocaba cantar las que la gente se sabe. Las que se sabe seguro. Como Desde cuando, Quisiera ser o No me compares, que el madrileño cantó del tirón antes de volver a dirigirse a su público.

«Si el jefe un día decidiera hablarnos, elegiría el lenguaje de la música», pronunció, para a continuación dedicar La música no se toca «a todos los maestros que ya no están, y en especial a mi Paco». Hablaba, cómo no, del desaparecido Paco de Lucía, genio por el que Sanz siempre ha sentido una evidente devoción.

Después, el público se desgañitó para entonar cachitos de Amiga mía, Mi soledad y yo o Y si fuera ella. Para muchos de los presentes, canciones que sonaban en su más tierna adolescencia. Para otros, canciones que sonaban cuando ellos ni habían nacido.

La banda se apartó un momento para dejar a Sanz el protagonismo que de antemano tenía. «Normalmente no canto por bulerías, pero hoy quiero cantar un poquito», confesó. Y se quedo a solas con la guitarra y con un humo rojo que le hizo los coros.

Explotó a continuación el esperadísimo y clásico entre los clásicos Corazón partío y de ahí un paseo por Labana que desembocó en un Camino de rosas para llegar al hit de Sirope: Un zombie a la intemperie, aquella de «a ti, me fui a buscarte a ti / Ahora el dragón se ríe de mí». Y a su término, otra arenga al público. Esta vez, con aire mediambiental.

«Ayer pude estar en el Mar Menor. Tienen un tesoro. Sin meterme en muchos fangos: cuidenlo mucho», aconsejó Sanz. Y recibió aplausos. La preocupación por la contaminación de la laguna salada, que la Fiscalía se encuentra investigando, ha traspasado fronteras hasta el punto de que un artista internacional se refiere a ello cuando toca en la Región.

Muy al caso vino la canción de después de esta sugerencia: Looking for Paradise. Alejandro Sanz la grabó en su día con Alicia Keys, y anoche la cantó con Sara Devine, integrante de su banda.

Más clásicos: un No es lo mismo que es un himno. «Vale, que a lo mejor me lo merezco, bueno, pero la voz no te la vendo, fuerza, y lo que opinen de nosotros, léeme los labios, yo no estoy en venta». Y un amago de ´hasta luego´ , para que se pidan los bises. Apenas se escuchó un ´otra, otra´. El tiempo que se tarda en plantar un piano en el centro del escenario y que el artista empiece a teclear las primeras notas de otro clásico, de la canción de desamor por excelencia, de un Lo ves que también se sabe todo el mundo, aunque se compusiese hace más de 20 años.

A que no me dejas -otro de los cortes de Sirope- y Capitán Tapón, canción que Sanz dedica a su hijo pequeño, hicieron de broche de oro. En la última, un globo de Bob Esponja sobrevoló la gran pantalla del escenario. Colofón. Y muchísimo sentimiento.