Es director artístico y titular de la Orquesta Sinfónica y Coro de las Jornadas Mundiales de la Juventud, creada con motivo de la visita de Benedicto XVI a España; está al frente de la Joven Orquesta Sinfónica de Soria y, entre otras muchas cosas, de la Fundación Talents of the World de Moscú. Su pasión por la dirección y la música clásica le lleva también a aceptar invitaciones, como la que le hizo la UCAM para dirigir algunos conciertos de su Sinfónica. Hoy, junto a la Coral Discantus, repite la experiencia.

Carmina Burana es una de las obras clásicas más representadas, ¿cómo la definiría?

Es una de las grandes composiciones para sinfónica y coral y de las que más arraigo tiene entre el público; es muy atractiva a nivel de timbres y ritmos.

¿Cómo se coordina el trabajo con el director de la coral?

En este caso, trabajar con Ángel Luis Carrillo ha sido un placer, es un profesional extraordinario y el coro está muy preparado. Yo trabajo con la orquesta y él, con el coro, y posteriormente hacemos ensayos juntos para que todo case.

Lleva varios meses colaborando con la Sinfónica de la UCAM, que se creó recientemente. ¿Es todo un aliento que surjan nuevas orquestas?

Es un gran ejemplo de que con un presupuesto que nada tiene que ver con el de una orquesta nacional se pueden programar ciclos de gran calidad. Es una orquesta con gente joven y, sin embargo, muy profesional.

Es titular de la orquesta JMJ, que nació con las Jornadas Mundiales de la Juventud, ¿cómo fue dirigirla ante Benedicto XVI?

Es una sinfónica muy especial y, como director, fue una experiencia extraordinaria crearla desde cero, porque todavía no se han cometido errores y puedes ser muy partícipe de todo. El concierto fue muy especial, todo un reto actuar ante un millón y medio de personas, entre ellas el papa, los reyes y los príncipes de Asturias.

¿Y cómo han conseguido que continúe hasta hoy?

Gracias a la ayuda del arzobispado de Madrid y la Fundación Madrid Vivo, que vio los resultados y se sumó al proyecto.

Ha dirigido y dirige numerosas orquestas internacionales, sobre todo en Rusia. Dicen que fuera de España hay más educación musical, ¿es así?

Por una parte, puede ser que fuera la educación musical esté más arraigada, pero a veces encuentras que hay una falta de entusiasmo que sí se da entre el público español. Aquí asisten a los conciertos con el alma abierta. Pero sí es cierto que la cultura musical debería ser una realidad cotidiana.

También es director artístico del Coro de Niños de la Comunidad de Madrid. ¿Hay futuro?

Sí, sí. Y he descubierto que el canto es la mejor llave para entrar en la música; cuando ves a los niños aprender partituras, conseguir una afinación perfecta... es un milagro.

Comenzó con el piano, ¿cómo descubrió que quería pasar a la dirección?

Empecé a estudiar piano a los 6 años y la decisión la tuve muy clara cuando viajé a Rusia en 2003 y descubrí allí la dirección, no lo dudé.

Es usted muy joven y no ha parado de trabajar, tanto de director titular como de invitado, ¿se debe a la suerte o al trabajo?

Hay que trabajar muchísimo para estar ahí cuando la suerte llega, porque si no has estudiado y trabajado, no sabes aprovecharla.

Siempre se le pregunta a músicos y actores, pero ¿qué siente usted cuando sale al escenario y coge la batuta?

Es algo común a todos los artistas; una especie de vértigo que tiene que estar ahí y que hace que la música en vivo sea tan especial, porque cada público, cada músico es diferente cada día, por lo que todo puede salir de una u otra manera según muchos factores... y eso hace de cada concierto algo maravilloso.

¿Hay algún compositor que 'se le resista' en los programas?

Siento una especial debilidad por Mahler, pero por fin lo he programado para septiembre con la Joven Orquesta Sinfónica de Soria, la Sinfónica de la JMJ y el Coro de Niños de Madrid [los tres los dirige Quintas]. Serán más de 200 personas las que suban a escena los días 14 y 15 en Madrid y Soria, respectivamente.