Pedro Vicente Martínez ha pasado los últimos cinco años haciendo un exhaustivo estudio antropológico sobre los policías locales de la Región de Murcia. Con una muestra de más de trecientos profesionales, ha analizado sus comportamientos como grupo y como individuos. Quince años de servicio en la Guardia Civil y diez en la Policía Local de Yecla, de la que actualmente es jefe, dan a Vicente los conocimientos suficientes como para hacer la primera tesis doctoral en España que, desde una visión antropológica, analiza a la policía. Hoy defiende ante un tribunal en la facultad de Filosofía de la Universidad de Murcia su trabajo, que ha estado dirigido por el profesor Klaus Schriewer.

Debe de ser complicado hacer un estudio antropológico de un grupo al que usted mismo pertenece ¿cómo lo ha llevado?

En Antropología a eso se le llama la observación participantes y es cierto que hay un debate sobre si se puede o no ser objetivo, yo creo que lo he conseguido y lo mismo opina mi director de tesis. Lo que sí que es cierto es que en el estudio no ha participado ninguno de los policías locales de Yecla.

En las conclusiones de su tesis usted recoge hasta 22 tipos diferentes de profesionales.

Sí, está el mal policía, el inútil, el fresco, el de pueblo, el buen profesional, el buen policía, el conformista... son identidades que los propios policías han reconocido entre sus compañeros en las encuestas que hemos hecho entre quienes han participado en el estudio.

¿Qué diferencia hay entre el profesional y el buen policía? Parece que priori tendrían que ser sinónimos.

No es así. El buen policía es alguien que hace una aplicación social de la ley, digamos que es más flexible en función de las circunstancias, mientras que el profesional es aquel que es más estricto en la aplicación de su trabajo y, por eso es el que también tiene más conflictos.

Siguiendo esa clasificación ¿suelen ser los jóvenes policías más profesionales?

Los policías nuevos son más impulsivos y sí que es cierto que tienden a tener un excesivo rigor en la aplicación de la ley, mientras que los que llevan más tiempo suelen ser más flexibles. Una infracción es una infracción y hay que multarla, pero el policía con más experiencia quizá prefiera hablar con el ciudadano, explicarle la infracción y avisarle antes de ponerle una multa.

En los últimos tiempo la imagen que tienen los policías locales es la de jóvenes bastante chulos ¿es eso así o es solo un estereotipo irreal?

Es cierto que esa percepción social existe. Los policías más jóvenes son altos, llevan gafas de sol, hablan de una determinada manera, mantienen las distancias, porque así se lo enseñan, y eso construye la imagen esa de chulo que tienen. De todas formas, los policías no son más que el reflejo de la sociedad y los jóvenes de hoy tienen esa imagen, no es otra cosa.

¿Cómo se comportan como grupo? ¿son corporativistas?

Como grupo construyen su propia identidad y tienen muy presente el compañerismo para protegerse de agresiones externas, por decirlo de alguna manera. Hasta el mal compañero es un compañero y eso lo tienen muy claro.

Defiende en su tesis que ser policía influye en la vida personal.

Mucho. En primer lugar porque una característica común entre todos los policías es que necesitan el reconocimiento social de su labor en todos sus círculos. Pero esencialmente, esto es así porque estructuran su vida personal en función de la profesional, nunca dejan de ser policías, ni siquiera en la relación con sus vecinos o sus familiares, porque incluso en sus días libres irán a hablarles de infracciones, multas... por eso una de las conclusiones a las que hemos llegado es que el hecho de que los policías vivan fuera del municipio en el que trabajan mejora su objetividad.

Entonces, ¿lo recomienda para ser mejor policía?

Ser más objetivo no significa ser mejor, porque a veces ayuda conocer bien el pueblo para hacer mejor el trabajo y ser más cercano. Quizá sea bueno que la plantilla tenga mitad y mitad para equilibrar (ríe).