Pensamientos animalistas

Perro poseído por una persona

Perro poseído por una persona

Perro poseído por una persona / RAÚL MÉRIDA

Raúl Mérida

La realidad suele superar la ficción. Fue lo que ocurrió con una mujer que acudió a un albergue a deshacerse de su perro y contó la siguiente historia.

«Hace poco enviudé y no acabo de hacerme a la idea. Durante los días posteriores a la muerte de mi marido me encontré muy mal, sólo quería buscar respuestas a lo que había pasado. Ese fue mi gran error. Una amiga me recomendó acudir a una vidente y fui a verla. No sé si lo que me dijo es verdad, pero no puedo dejar de pensar en ello.

Me explicó que, pese su fallecimiento, mi marido continuaba a mi lado. Eso me alivió, pero, luego, me dijo que él había poseído a mi perro y que ahora vivía en su interior.

Desde entonces no he podido mirar a mi perro igual. Siempre pienso que mi marido vive en él. Me estaré volviendo loca, pero ahora hasta veo la mirada que él tenía en los ojos de mi perro y no puedo más. He tocado fondo. Así que, con todo el dolor de mi corazón, hace unos días decidí que debo separarme de él. Cuídenlo por favor».

La mujer se marchó dejando allí a su animal y todos nos quedamos pensando en qué hacer, si echarnos a reír o a llorar. Quizás todo aquello no era sino una excusa para deshacerse de él o, por el contrario, una simple historia de superstición y creencia. En realidad, daba igual. Lo único real es que aquel animal había pasado a ser un perro abandonado más.

Cuando colaboras con un albergue o refugio te das cuenta de las mil razones que los humanos dan para abandonar a su perro y, sobre todo, cómo las personas no tienen pudor en mostrarse con los animales como son. Por eso, yo siempre digo que de lo que de verdad se aprende en un centro de animales abandonados no es de perros ni de gatos, sino de la bajeza de algunos humanos. En eso sacas un doctorado.