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Cintia Martínez: "La única forma de eliminar la violencia sobre la mujer es alcanzar la igualdad"

Con 25 ya era jueza y once años después ha descubierto su vocación impartiendo justicia en casos de violencia sobre la mujer. Arraigada a su tierra y a su familia, Cintia espera que un día se cumpla la igualdad efectiva

Cintia Martínez

Cintia Martínez / IVAN URQUIZAR

Alfonso Asensio

En un mundo que avanza a pasos agigantados, la justicia debe hacerlo de la misma manera para salvaguardar los derechos humanos y la igualdad de todas las personas sin exclusión. Ese difícil trabajo lo llevan a cabo jueces, juezas, magistrados y magistradas, personas que dedican su vida a resolver los conflictos cada vez más complejos de la cambiante sociedad actual. En nuestra Región destaca el trabajo de Cintia Martínez Sánchez (Molina de Segura, 1986), magistrada del Juzgado Exclusivo de Violencia sobre la Mujer de Cartagena, que a sus 36 años y tras nueve de ejercicio profesional ha descubierto su vocación en una opción que descartó en primera instancia “por la materia tan sensible que supone” y que ahora le ha cambiado la vida. Cintia hace un hueco en su apretada agenda para contarnos de primera mano cómo ha sido su camino y cómo es su frenético día a día.

La magistrada resalta, por encima de todo, la unión con los suyos. “Siempre he tenido el apoyo de mi familia, desde que comencé a opositar, de mis padres y mi hermano. Ellos sufrieron los duros años que supone compartir hogar con alguien dedicado íntegramente a largas jornadas de estudio”, recuerda en tono piadoso. “En la actualidad, mi marido, también magistrado, es mi gran apoyo profesional, con él comparto muchas cuestiones jurídicas y preocupaciones que, inevitablemente, nos llevamos a casa de nuestro trabajo”, añade. Su ocupación no ofrece descanso ni desconexión, solo la satisfacción de impartir justicia llena a una persona que busca precisamente eso desde su juventud.

Cuando una situación llega al juzgado, el daño ya está hecho y hemos fracasado como sociedad

Después de estudiar durante cuatro años la carrera de Derecho, a Cintia le esperaban tres duros años de oposición “que no se olvidan”, nueve meses en la Escuela Judicial de Barcelona y otros nueve de prácticas tuteladas en la Ciudad de la Justicia de Murcia para convertirse en juez de refuerzo en los Juzgados de Primera Instancia de Murcia. No tuvo suficiente con llegar a su meta, sino que quiso implicarse por completo. “Durante este tiempo me presenté a las elecciones para Sala de Gobierno del Tribunal Superior de Justicia de Murcia y resulté elegida, comenzando mi primera experiencia en un órgano gubernativo”. Dos años en Primera Instancia la catapultaron, con solo 28 años, al Juzgado de Primera Instancia e Instrucción de Vera, en el que se enfrentó por primera vez en solitario al trabajo al frente de un juzgado.

Solo dos meses duró su estancia en Vera, siempre buscando volver a su tierra. “Con la finalidad de volver a casa, concursé el mismo día en que me incorporé en Vera y obtuve destino en Totana, donde pasé cuatro años y donde fui decana del partido judicial por razón de antigüedad”, explica. La conciliación le llevó nuevamente a concursar para cambiar de destino llegando a San Javier, donde se convirtió en magistrada. “Tras ocho años de ejercicio profesional, ascendí a la categoría de magistrada y obtuve plaza en mi actual destino, en el Juzgado de Violencia sobre la Mujer n.º 1 de Cartagena”, reitera con orgullo.

Ese orgullo es el que le da haber vivido “un camino enriquecedor” y dedicarse ahora a una especialidad “que te hace crecer como persona”. Cintia nunca pensó en dedicarse a los casos de violencia sobre la mujer, pero ha encontrado, “por el azar del ascenso a magistrada”, la especialidad que le llena. “Inicialmente era una opción que había descartado por la materia tan sensible que supone. Pero, después de un año, me he dado cuenta de que esta plaza me permite conectar profesionalmente con una realidad, con una lacra, por la que merece la pena trabajar”, asegura.

Su portad

Su portada

Los jueces y magistrados de los Juzgados de Violencia sobre la Mujer atienden las denuncias de mujeres por delitos como maltrato, amenazas, injurias, coacciones, agresiones sexuales y homicidios de su marido, pareja o expareja y también los conflictos que derivan del derecho de familia. “El día a día de los Juzgados de Violencia sobre la Mujer es impredecible, la mayoría de los asuntos han de resolverse con carácter urgente el mismo día”, cuenta.

Cintia asegura que esta especialidad “te cambia” y como voz autorizada envía un claro mensaje. “En el juzgado vemos como, día tras día, se normalizan en la sociedad conductas machistas y te das cuenta de que, a pesar de los avances, aún queda un largo camino que recorrer. Camino que debe empezar con la educación y, sólo en última instancia, finaliza en los Juzgados de Violencia sobre la Mujer. Cuando una situación llega al juzgado el daño ya está hecho. Hemos fracasado como sociedad al no lograr evitar con mecanismos preventivos la comisión de delitos, haciendo necesaria la intervención judicial”, manifiesta.

La magistrada murciana, que asegura ser “una habitual lectora de La Opinión, sobre todo en formato digital”, se ve durante mucho tiempo en su puesto actual. “Mi sitio está en el ámbito jurisdiccional, en el que se mantiene el contacto directo con los problemas cotidianos de la gente”. Ahí es donde también ha visto ganar repercusión a su trabajo. “Aunque es la primera vez que mantengo relación directa con La Opinión, en ocasiones el diario se ha hecho eco de algunas de las resoluciones que he dictado, pero siempre de forma anónima”, asegura la magistrada antes de despedirse con un último deseo. “Ojalá los avances en materia de igualdad reduzcan a mínimos las cifras de violencia sobre la mujer, porque la única forma de eliminar la violencia sobre la mujer es alcanzar la igualdad entre hombres y mujeres”, concluye.