Se rumoreaba en círculos allegados la vocación oculta y ya lejana por la aviación del expresidente y hoy eurodiputado Ramón Luis Valcárcel. Debió de ser por ello el poner en marcha el proyecto tan ansiado desde siempre de dotar a Murcia de un aeropuerto que inundara la región de turistas ávidos de sol y de playas.

El proyecto se hizo realidad en Corvera: un aeropuerto sin aviones. Patata caliente en los últimos años de nuestro protagonista, de su sucesor Alberto Garre y que lo seguirá siendo, sin duda, con el flamante Pedro Antonio Sánchez.

Ramón Luis Valcárcel nunca voló como piloto, pero sí supo manejar los mandos con destreza para hacer posible el manido cambio generacional y de renovación política que ahora se nos promete como panacea.

Ramón Luis voló hacia Europa seguramente desde el aeropuerto Adolfo Suárez de Madrid, nombre ya histórico que todos tratan de resucitar y emular, ignorando que el de Ávila supo aprovechar un momento histórico irrepetible y no exportable.

Ramón Luis vuela alto, tan alto que el mismísimo zar Putin le ha tomado ojeriza declarándolo persona ´non grata´ con nombre y apellido.

Lejos quedan ya aquellos polos de veraniego y amplio rayado que gustaba vestir en sus tiempos de joven y aventajado militante de Alianza Popular.

A simple vista y de uniforme nos recuerda a un jefe de estación de ferrocarril; de estaciones vetustas, isabelinas diría, como las que proliferan en nuestra región. Una gorra de plato que le hace denotar cierta amargura y añoranza de otros tiempos. No, no es Leonardo de Caprio interpretando a Howard Hughes. Con el paso del tiempo todo palidece y se olvida, sobre todo en verano.