A finales de los años 90, preocupados por los rápidos cambios sociales, económicos y tecnológicos que subyacen en nuestras sociedades, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) lanza el Proyecto DESECO (Proyecto de Definición y Selección de Competencias), cuyo objetivo era, como indican las siglas, definir y seleccionar las competencias consideradas clave para la vida de las personas y el buen funcionamiento de la sociedad y la economía. Pronto, los distintos estados miembros de la OCDE, entre ellos España, hacen suya esta preocupación y comienzan la labor de establecer una serie de competencias que la educación formal debe integrar en su currículo oficial.

Desde entonces, las leyes de educación con sus respectivas modificaciones, hasta el día de hoy, han propuesto una serie de competencias básicas o clave para que nuestros alumnos/as adquieran una combinación de conocimientos, capacidades y actitudes que puedan utilizar en un mundo en continua transformación, que les convierta en seres autónomos, eficaces, eficientes y flexibles ante la sociedad y el mundo laboral. Estas se conciben como un conocimiento práctico, útil y activo (un saber, saber hacer y saber ser).

Con la LOE modificada por LOMCE (la Ley Orgánica 8/2013, de 9 de diciembre, para la mejora de la calidad educativa) se contemplaron siete competencias clave: Comunicación Lingüística (CCL); Competencia Matemática y Competencias básicas en Ciencia y Tecnología (CMCT); Competencia Digital (CD); Iniciativa y Espíritu Emprendedor (IEE); Aprender a Aprender (AA); Competencias Sociales y Cívicas (CSC); Conciencia y Expresiones Culturales (CEC).

En la actualidad, con la LOMLOE (Ley Orgánica 3/2020, de 29 de diciembre, por la que se modifica la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación) se establecen ocho competencias clave:

Competencia en comunicación lingüística: adquirir todo tipo de comunicación y en diversos soportes con un sentido crítico. Competencia plurilingüe: el uso de diferentes lenguas, orales o signadas, para una comunicación eficaz, manteniendo una actitud positiva para la adquisición de distintos idiomas. Competencia matemática y en ciencia, tecnología e ingeniería: aplicación práctica del uso de las matemáticas, la ciencia y la tecnología para dar soluciones a los problemas sociales y de desarrollo actuales. Competencia digital: el uso eficaz y seguro de las tecnologías, la interacción ética y responsable y la adquisición del lenguaje de programación. Competencia personal, social y de aprender a aprender: aprender a organizar el propio aprendizaje a lo largo de la vida, junto a la capacidad de reflexionar sobre uno mismo y la necesidad de cooperar con los demás. Competencia ciudadana: actuar de manera responsable dentro de una sociedad democrática con juicio y visión crítica para conseguir, entre todos, una ciudadanía mundial. Competencia emprendedora: uso y reconocimiento de oportunidades, evaluando el entorno con visión estratégica para desarrollar las propias ideas. Competencia en conciencia y expresión culturales: entender y respetar las diferencias de las diversas culturas y alcanzar una expresión artística y plástica que genere nuevos formatos, dispositivos o elementos culturales.

Como aporte crítico a estas competencias, desde algunos sectores se les ha tachado de ser concebidas bajo la visión mercantil y económica, considerando que se desean alumnos/as flexibles y adaptados a un mercado laboral cambiante y despiadado, en definitiva, unas competencias preñadas de ideología neoliberal.