Opinión | De vuelta

Yo soy la democracia

«El Estado soy yo», dijo Luis XIV. «Yo soy la Revolución», dijo algún general del México eterno de aquel entonces. Ahora, va el Idiócrata nuestro (o, mejor dicho, el Idiócrata que nos posee), y está a un paso de decir: «Yo soy la Democracia», Y se lo cree.

Cuando un ultraizquierdoso coge poder, pasa a creer que todo lo que sea perder por su parte tal poder es atentar contra la Democracia. No, no creo que sea inocente por su parte tal creencia. Es dolosa. Quien confunde a su persona, ampliable a familia, con la Democracia misma, es directamente, un fascista. Al igual que un fascista, no contempla dejar el poder nunca. Esto es, nunca. El fascista, sea de izquierdas o sea de derechas, no deja que otro cuente los votos en las elecciones. Y hay denuncias de evidentes fraudes en el cómputo de votos del pasado verano. Creo que la Ultraizquierda controlará antes la judicatura que tal querella llegue a los jueces independientes. No son creíbles unas elecciones en las que el poder convocante controla la empresa informática del cómputo electrónico y Correos, a donde va a parar el voto postal nacional y extranjero.

Confundir a la propia familia con la Democracia es el máximo ejercicio de petulancia política. La Democracia somos todos. Nadie nos ha insultado a todos o a nuestro máximo representante común. Por tanto, España no ha sido insultada. Sólo a un megalómano patológico se le ocurre tal cosa. Un tipo que ha dejado que sus socios de gobierno insulten al Rey, y a la oposición entera, se le ocurre que le vamos a seguir en su política de vestiduras rasgadas ante una ofensa que tuvo unos objetivos muy específicos y singulares. 

Cada vez más, cada vez más, la Ultraizquierda quiere meternos el mantra de que la democracia son ellos. Siempre ellos. La libertad de prensa y la judicatura libre son factores antidemócratas por naturaleza. La Democracia es lo que hay en Venezuela o Colombia, por no decir Cuba.

Y qué mal síntoma es que la UCO se permita decirle al juez qué indicios le parecen propios de delito, y cuáles no. Sobran los jueces entonces. Y es que la Guardia Civil tiene un jefe claro en el Ejecutivo. Con eso está dicho todo. Si el juez no colabora en el sobreseimiento (no ya en la absolución) del caso Begoña, es que ha hecho lawfair. Y no hay nada más que hablar. Porque «yo soy la democracia», frase que está a punto de decir tal cual.

¿Cuántos años nos esperan de Democracia Ultraizquierdista?

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