Opinión | La Feliz Gobernación

La ultraderecha en el centro

Si Feijóo no despunta lo va a tener más complicado que Sánchez si pierde, y a los efectos regionales del PP y Vox, un crecimiento notable de éste podría poner en aprietos a López Miras

Ilustración de Leonard Beard.

Ilustración de Leonard Beard.

Me encuentro por Trapería a un consejero del Gobierno regional, y le pregunto, como quien lo hace por la familia, qué tal les va con la oposición. Responde, supongo que irónicamente: «¿Oposición? ¿Qué oposición?». E inmediatamente mueve la cabeza hacia ambos lados y añade: «Pero nuestros primos...». Ese coloquialismo, casi en broma, equivale a todo un análisis de situación. Y es que el problema del PP, al menos en la Región, no es el PSOE, sino los primos de Vox. Sus socios de Gobierno, el adversario en casa. 

Estamos, por si alguien no se ha enterado, en plena campaña de las elecciones europeas, en las que Europa no es un destino, sino un pretexto. En realidad, se trata de un referéndum sobre Pedro Sánchez, pero que también puede ser un referéndum sobre Núñez Feijóo. Diría que más claramente sobre Núñez Feijóo, pues aunque éste ganara, Sánchez podría resistir si después encauzara a Puigdemont, pero si gana Sánchez sería difícil que Feijóo se sostuviera. No podría entenderse que siendo Sánchez como el PP lo pinta, Feijóo no alcanzara a superarlo.

Al PSOE, por paradójico que parezca, le interesa que crezca Vox, o al menos que resista, porque es la manera de limitar el auge del PP, la misma causa por la que éste clama para que el voto de la ultraderecha caiga de su lado a fin de que tenga utilidad para impedir la recuperación electoral de Sánchez

El CIS de Tezanos ha lanzado su habitual chiste de inicio de todas las campañas: ganará ampliamente el PSOE. Lo hizo en las autonómicas y municipales y lo repitió en las generales. Y ya se vio. Pero ¿y si esta vez acierta? El manual de resistencia de Sánchez no ha agotado todos los capítulos, y lo cierto es que Feijóo sigue sin provocar el fervor preciso para rematar sus propósitos. En parte, por los primos de Vox.

Los primos de Vox se han convertido en los protagonistas absolutos de esta campaña. El PSOE reclama el voto para parar a la ultraderecha, y el PP pide concentrarlo para parar a Sánchez. «Si nos dispersamos no tendremos fuerza», decía el líder nacional del PP el pasado viernes en Murcia como mensaje central. 

Al PSOE, por paradójico que parezca, le interesa que crezca Vox, o al menos que resista, porque es la manera de limitar el auge del PP, la misma causa por la que éste clama para que el voto de la ultraderecha caiga de su lado a fin de que tenga utilidad para impedir la recuperación electoral de Sánchez. Esta es la operación que aspiran a desactivar los socialistas al advertir que el PP se unifica con la ultraderecha, y que Feijóo y Abascal anidan en el mismo saco. En el fondo, es la reedición del eterno recurso del dóberman que el PSOE saca a relucir siempre que siente el aliento de la derecha en el cogote. 

Las europeas serán un test sobre la evolución, a poco menos de un año de Gobierno de coalición PP/Vox, de ambas fuerzas políticas. Es ese pulso el que se escenifica, pues el PSOE no parece jugar este partido

Sánchez sabe que incidiendo en las ‘aberraciones’ de Vox excita al electorado de este partido y lo moviliza, que es la medicina que necesita para contener a Feijóo. Y Vox, cuya institucionalización en distintos Gobiernos autonómicos podría haberlo conducido a un cierto declive, se revitaliza como referente idológico: la operación de fichar a Javier Milei para su campaña ha tenido ese efecto, poco importa que el ultraliberal argentino exponga sus histrionismos cuando en Vox han sido depurados los liberales para ser sustituidos por falangistas o ultraconservadores. La ultraderecha es también plural en su composición, pero se rearma en lo fundamental frente al enemigo exterior. 

En resumen, el impulso de Vox es un gran aliciente para el PSOE (véase que Tezanos lo coloca como tercera fuerza política) y un gran motivo de preocupación para el PP de Feijóo. Entre ambos, han situado a los abascales como protagonistas principales de esta campaña, ya que de su suerte dependerá también la de los dos grandes partidos: si Vox resta al PP, suma para el PSOE; si Vox pierde fuelle, el PP se dispara

Y es probable que la estrategia de los socialistas logre esta vez alguna rentabilidad, pues el fenómeno Vox esta animado, no solo por las circunstancias de la política española, sino por un vendaval europeo de sus pares que podría poner a los euroescépticos en disposición de influir notablemente en las políticas europeas. 

También en la Región de Murcia podríamos hablar de referéndum en relación a los resultados territoriales. Las europeas serán un test sobre la evolución, a poco menos de un año de Gobierno de coalición PP/Vox, de ambas fuerzas políticas. Es ese pulso el que se escenifica, pues el PSOE no parece jugar este partido, a no ser que dependiera de un reflorecimiento de Sánchez en el conjunto nacional, lo que no parece probable. La cabeza de lista socialista, Teresa Ribera, no arrastra simpatías transversales en la Región, no solo por la política del Gobierno del que es vicepresidenta y ministra de Transición Ecológica en relación al trasvase y al Mar Menor, sino por su más reciente disposición contra el Puerto del Gorguel. Es posible que en Valencia le gratifiquen esta última medida, pero difícil que en Murcia se traduzca en papeletas para el PSOE. Y esto a pesar de que el candidato local, Marcos Ros, que repite en la lista, ha ejercido con rigor y ha mostrado visibilidad. Pero todavía no parecer ser el momento del PSOE en esta Comunidad, como tampoco el de los grupos a su izquierda, que para variar se presentan divididos, sin considerar la alarma de su respectivo estado de declive. 

López Miras sufre el dilema: ¿Es mejor combatir a los ultras compartiendo parte de sus políticas o distanciarse de ellos indagando en el centro, ya que éste es un espacio que van dejando libre los socialistas?

En teoría, la derecha en su conjunto lo tiene fácil en la Región, sin verse perturbada por la izquierda, de ahí que Feijóo haya iniciado su tour por aquí: las campañas se empiezan asentando los territorios amables y en los más hostiles se echan las penúltimas bocanadas. El referendo regional afecta a los dos partidos del actual Gobierno para constatar si el PP va dejando atrás a sus socios de manera que tiende hacia una futura independencia, o si los primos de Vox se siguen empeñando en participar con pleno derecho en la cena de Nochebuena

Decía antes que si Feijóo no despunta lo va a tener más complicado que Sánchez si pierde, y a los efectos regionales del PP y Vox, un crecimiento notable de éste podría poner en aprietos a López Miras. Por tanto, parece evidente que las europeas conciernen mucho a los populares murcianos, y no solo por los motivos retóricos de la importancia de las políticas comunitarias. Esta es la razón por la que el presidente murciano se está implicando a fondo, como si se tratara de unas autonómicas. La candidata local, Maravillas Abadía, sin embargo, carece de popularidad incluso en el interior del propio partido, y ha sido designada no tanto por su gancho especial o su influencia en el aparato regional como por el resultado de una especie de cásting profesional a demanda de la dirección de Génova. Pero para promover la campaña, López Miras parece bastarse a sí mismo.

Entre PP y PSOE han situado a los abascales como protagonistas principales de esta campaña, ya que de su suerte dependerá tambiénla de los dos grandes partidos: si Vox resta al PP, suma para el PSOE; si Vox pierde fuelle, el PP se dispara

El PP no compite en Murcia con el PSOE, sino con Vox, y éste con aquél. Y ahí es donde López Miras sufre el dilema: ¿es mejor combatir a los ultras compartiendo parte de sus políticas o distanciarse de ellos indagando en el centro, ya que éste es un espacio que van dejando libre los socialistas? Hacer las dos cosas a la vez parece complicado, de modo que López Miras, en el espacio de las europeas, estaría obligado a decidirse de manera clara y cuidando de no equivocarse. 

Mientras tanto, por unas u otras razones, PSOE y PP han convertido a Vox en la estrella de esta campaña. Y es que la verdadera oposición del PP son sus primos. 

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