Opinión | Pasado de rosca

Ruido y trompetería

La descortés visita de Javier Milei a España rehusando tener encuentros con el rey y el presidente del Gobierno y provocando de diversas maneras a Sánchez, le ha venido de perillas al presidente español. Ya tiene pretexto para arremeter contra una extrema derecha desconsiderada, faltona y pintoresca como pocas

El presidente de Argentina, Javier Milei, en el acto ‘Europa Viva 24’, de Vox.

El presidente de Argentina, Javier Milei, en el acto ‘Europa Viva 24’, de Vox. / Paul Hanna/Bloomberg

 Comienza la campaña de las elecciones al Parlamento Europeo con los motores ya calientes, como suele suceder ante cada cita electoral. Europa se juega esta vez cuestiones vitales de cara al futuro, por eso estos comicios son tan importantes. En España, se ha situado en el centro de la discusión el auge de la extrema derecha en el continente. Sin duda, el crecimiento de la extrema derecha no es un asunto baladí. Según las encuestas, la extrema derecha va a escalar posiciones en el Parlamento Europeo como nunca lo había hecho hasta ahora. No deja de ser curioso que una derecha eurófoba esté haciendo todos los esfuerzos por conquistar escaños en un foro en el que no cree. Es lo que hace Vox, que no cree en las autonomías y, si por ellos fuera, las abolirían. Y, sin embargo, entran entusiasmados en todos los parlamentos y gobiernos autonómicos en los que sus votos son clave para formar mayoría con el PP, el único partido dispuesto a formar coaliciones con Vox. ‘Entrismo’ se llamaba en teoría marxista leninista el intento de acceder a las instituciones para dinamitarlas desde su interior. No sería ingenuo pensar que idéntico furor dinamitero anima a la extrema derecha en estos comicios europeos.

El PSOE parece haber asumido como propia la tarea de restarle impulso a Vox en la pugna por los 61 escaños que elegimos los españoles el próximo 9 de junio, habida cuenta de la más que previsible inoperancia del PP en ese sentido, pues Alberto Núñez Feijóo hasta ha declarado hace unos días que no tendría inconveniente en pactar con Meloni, abrazándose al oso que le puede aplastar las costillas. La descortés visita de Javier Milei a España rehusando tener encuentros con el rey y el presidente del Gobierno y provocando de diversas maneras a Sánchez, le ha venido de perillas al presidente español. Ya tiene pretexto para arremeter contra una extrema derecha desconsiderada, faltona y pintoresca como pocas. 

Reconociendo que es lícito y hasta aconsejable para Sánchez arremeter contra la extrema derecha, tampoco deben olvidarse algunas aristas del problema. Si bien es cierto que Milei ha venido a casa ajena a insultar, recordemos que Sánchez no había felicitado al legítimo ganador en unas elecciones presidenciales de un país amigo como es Argentina. Pero por si esto fuera poco, Óscar Puente, oficialmente ministro de Transporte y oficiosamente ministro portabocazas del Gobierno, ya había insultado, sin provocación previa, a Javier Milei con algo más que una insinuación, diciendo que consumía ‘sustancias’. No hay duda de que la diplomacia más acrisolada del mundo es la diplomacia vaticana. Véase que el Papa le había brindado al Gobierno español una impagable lección: después de que Milei proclamase que el Papa «es el representante del Maligno en la Tierra, ocupando el trono en la casa de Dios», añadiendo que «el Papa impulsa el comunismo», Bergoglio lo recibió en el Vaticano pocos días después, dándole la oportunidad, al arrojarse Milei literalmente en sus brazos, de mostrar toda la incoherencia del presidente argentino. En cambio, Sánchez —que vio el abrazo papal sin tomar ejemplo—, en una evidente sobreactuación, ordena retirar a la embajadora española en Buenos Aires, mostrando lo delicada que tiene la piel en los asuntos concernientes a su esposa. Esa hipersensibilidad ya lo había llevado a un extravagante retiro espiritual de cinco días por las arremetidas contra Begoña Gómez. Cuando el honor de la legítima se pone por encima de los legítimos intereses de los ciudadanos y las empresas españolas en Argentina, algo va mal.

Por otra parte, con ser importante frenar la alarmante crecida de la extrema derecha europea, el fragor del griterío puede hacernos apartar la vista de asuntos cruciales para Europa como son la defensa común, los desafíos tecnológicos y las importantes inversiones que se requieren para no perder la batalla de la competitividad frente Estados Unidos y frente a los gigantes asiáticos en general y a China en particular, que ya está extendiendo sus tentáculos económicos en el Viejo Continente, como revela el proyecto de la empresa china Chery de fabricar coches eléctricos en Barcelona. La transformación energética para frenar el cambio climático y otros asuntos de vital importancia están pasando a muy segundo plano, y esto es un eufemismo para decir que ni se tocan. Claro que España está haciendo lo que se espera de ella: sembrar de pisos turísticos las ciudades, cada vez más inhabitables, y potenciar la formación extracurricular de camareros. Y ¡vengan turistas!, mientras el cambio climático no los achicharre y busquen otras latitudes.

Suscríbete para seguir leyendo