Opinión | Allegro Agitato

El otro Bernstein

Gran parte de la vida de Leonard transcurrió paralela a la de otro Bernstein, del que no era familia, aunque ambos fueran amigos y tuvieran bastantes puntos en común. Los dos provenían de familia judía y recibieron una formación musical clásica, pero con el sello particular de la música americana y del jazz

Leonard Bernstein (izquierda) junto a Elmer Bernstein (derecha) entre bastidores ,en los años 60.

Leonard Bernstein (izquierda) junto a Elmer Bernstein (derecha) entre bastidores ,en los años 60. / © The Bernstein Family Trust

Leonard Bernstein ha recobrado notoriedad con motivo del estreno a finales de 2023 de Maestro, excelente película biográfica dirigida, interpretada, coproducida e, incluso, escrita por un polifacético Bradley Cooper. La evidente calidad de la cinta la llevó a ser candidata a siete premios Oscar en 2024, aunque la suerte, o más bien la decisión de los miembros de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos, le fuera totalmente esquiva.

La película, centrada en el matrimonio de Bernstein con Felicia Montealegre, ofrece la posibilidad de conocer a este gran músico. Fue una de las mejores y más carismáticas batutas del siglo XX que, además, tenía calidad como pianista para actuar de solista con las mejores orquestas. Se hizo enormemente popular en todo el mundo por sus conciertos televisados para jóvenes junto a la Filarmónica de Nueva York y como compositor es enormemente conocido el musical West Side Story, inspirado en el Romeo y Julieta de William Shakespeare y llevado a las calles de Nueva York.

Gran parte de la vida de Leonard transcurrió paralela a la de otro Bernstein, del que no era familia, aunque ambos fueran amigos y tuvieran bastantes puntos en común. Los dos provenían de familia judía y recibieron una formación musical clásica, pero con el sello particular de la música americana y del jazz. En Estados Unidos se les diferenciaba por su área geográfica de influencia. Así, Leonard era conocido como ‘Bernstein East’, Bernstein del este, ya que trabajaba preferentemente en Nueva York, y el otro como ‘Bernstein West’, ya que su área de influencia era Hollywood/Los Ángeles.

Y el otro no es otro que Elmer Bernstein, uno de los mejores y más prolíficos autores de música de cine. Su carrera como compositor de bandas sonoras para el cine duró más de cinco décadas en las que trabajó en más de 150 títulos. A él le debemos algunos de los temas más memorables de la historia del celuloide, y si fue de capaz de sobrevivir a lo largo de los años se debió a su entusiasmo y a su versatilidad, que le permitía cambiar de registro con extraordinaria facilidad de una película a otra.

Elmer había nacido en Nueva York, en 1922, y durante su infancia trabajó como actor y bailarín. Con doce años recibió una beca para estudiar piano, dedicándose profesionalmente a este instrumento durante varios años. De entre sus profesores de composición tuvieron gran influencia Aaron Copland, cuyo estilo se aprecia en algunos de sus westerns, y Alex North. En 1950 le llegó su primera oportunidad de entrar en el mundo del cine cuando le confiaron la música para El ídolo. Pero durante la ‘era McCarthy’ fue incluido en una ‘lista gris’, por así decirlo, y tuvo que sobrevivir haciendo películas de serie B y tocando el piano en grabaciones. Todo se solucionó cuando conoció a Cecil B. DeMille, que le pidió que recreara la música del antiguo Egipto para la película Los diez mandamientos. Ese fue el inicio de una carrera larga e imparable. Bernstein poseía una capacidad asombrosa para cambiar de estilo e innovar. Al mismo tiempo que componía para Los diez mandamientos, también preparó la música para El hombre del brazo dorado, la primera en usar el jazz de una manera destacada, que llegó a estar en el número dos de la lista de ventas. 

El éxito de Los siete magníficos y sus secuelas le catapultaron como compositor de westerns, mientras que Matar a un ruiseñor, pensada para un conjunto de cámara en lugar de la tradicional orquesta sinfónica, se convirtió en un nuevo modelo para otros compositores. Y nuevo cambio cuando creó otro clásico con el tema bélico de La gran evasión.

La carrera de Bernstein dio un giro en 1978, cuando comenzó su colaboración con John Landis y se sumergió en el mundo de la comedia. Comenzó con Desmadre a la americana y siguió con otras como Aterriza como puedas o Cazafantasmas. Hasta su última película, Lejos del cielo, de 2002, cuando contaba 80 años, todavía musicalizaría grandes películas como Mi pie izquierdo o La edad de la inocencia.

Además de las películas, Bernstein también puso música a más de ochenta programas de televisión, incluida la fanfarria para los especiales de National Geographic, y a dos musicales de Broadway. Por su relación con Landis, participó en el videoclip Thriller, de Michael Jackson. Falleció en 2004 en su casa de Ojai, California, a causa de un cáncer.

Sería normal que pensaran que, con una producción tan extraordinaria, Elmer Bernstein tenía una vitrina llena de estatuillas. Pues no; la suerte, o más bien la decisión de los miembros de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos, le fue casi totalmente esquiva. Solo consiguió un Oscar en 1967 por Millie, una chica moderna (1967), de las catorce ocasiones en total en las que fue candidato, al menos una vez por cada década. Uno más en la lista de mitos de la historia del cine olvidados, o casi, por los Oscar.

Para que entiendan la trascendencia de nuestro personaje, les voy a poner deberes para este fin de semana: solo tienen que escuchar los temas principales de las películas que he ido nombrando. Estoy seguro de que enseguida reconocerán la música y les sorprenderá conocer que su autor fue Elmer Bernstein.

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