Opinión | Tribuna Libre

Pedro Guerrero Ruiz

Paco Rabal, aquí estamos

Que se enteren Alpedrete y los presidentes de Madrid y de la Región de Murcia que no cesaremos en pedir la paz para nuestras personas grandes que se fueron, y les trataremos, más antes que después, como se merecen ya

Fotografía junto a Paco Rabal y su mujer, Asunción Balaguer.

Fotografía junto a Paco Rabal y su mujer, Asunción Balaguer. / Pedro Guerrero

Este es el primer verso que Rafael Alberti le leyó a Paco Rabal cuando inauguraron en Mazarrón (a Paco le concedieron la Medalla de Oro de la Región de Murcia) dos calles, que no estaban tan juntas, aunque yo le dije a Rafael que estaban juntas y podrían quedar los novios en la calle Paco Rabal, esquina Rafael Alberti. Salvo este error, la jornada transcurrió con alegría; discursos de todas las autoridades regionales locales y gente, muchísima gente, aplaudiendo y quizás guiando sus nombres, y ellas decorosas y grandes, que siempre lo han sido. Era la democracia plena. Pero ahora, como los peores tiempos del franquismo, la derecha en Alpedrete (PP y Vox) quitan, como en otros sitios públicos lo han hecho con otras gentes, los nombres de Paco Rabal y Asunción Balaguer, quienes tanto querían a España y, sobre todo, a la Región y a sus pueblos.

Con nocturnidad y en 24 horas quitaron las placas a dos grandísimas personas del teatro y del cine, siendo Paco Rabal el actor que más premios cinematográficos, nacionales e internacionales, ha recibido, y quien ha actuado con los mejores directores del mundo

Ellos eran una familia democrática, de izquierdas, generosa, amable y ausente de su tierra, y de Alpedrete también en los últimos años de sus vidas. ¿Por qué este acto maligno de arrojar unos nombres de plaza y centro cultural? ¿Qué males hicieron nuestros amigos? ¿Cuál es la razón si no el odio de la derecha, que viene practicando contra la cultura y sus artífices con el ‘ardor guerrero’ de otros tiempos tan terribles?

Si la tal Ayuso (presidenta de Madrid) y López Miras (presidente de Murcia) no salen de sus despachos a defender que se realojen las placas a sus lugares concedidos por la voluntad popular, se fundan cartas, firmas de intelectuales y artistas y manifestaciones de todo tipo para que se haga justicia en un pueblo al que tanto querían.

Águilas, con su alcaldesa al frente, ya lo ha hecho. Que se restablezca la ignominia.

Y yo lo hago porque entre nosotros éramos como hermanos, y con sus hijos y los míos, una familia. Por eso os digo, devolved la dignidad a esas personas que fueron sensibles, amigables, razonables y, sobre todo, generosas.

Es la segunda vez que sufren un exilio; ahora, en lo que pensamos es una democracia respetuosa con otros gigantes y enormemente caudalosa en sus trabajos en el cine y el teatro, y hace años en el franquismo, cuando a Paco le quitaron el carnet del Sindicato Vertical del espectáculo por firmar un pliego con intelectuales apoyando la huelga de mineros en Asturias, como compañeros de izquierdas de aquellos trabajadores. Hoy, por la voluntad del odio de la derecha contra una cultura y sus artífices, que no es la nacionalcatólica de aquellos tiempos por belicosos y generadores de odio.

Pero que se enteren Alpedrete y los presidentes de Madrid (donde vivieron Paco y Asunción sus últimos años) y de la Región de Murcia (donde nació Paco y era predilecta Asunción), que no cesaremos en pedir la paz para nuestras personas grandes que se fueron, y les trataremos, más antes que después, como se merecen ya. 

Dejad sus nombres, honradlos y acabad con esta censura innoble y cobarde, con manifestaciones de artistas y pueblos (ya han comenzado en Murcia y en Alpedrete), y que 'reine la paz’, que como decía mi amigo Chiqui Benegas «es expansiva», y dejad que el tiempo y las leyes acaben con esta irracionalidad y falta de respeto humano y cultural donde debió terminar, a la muerte del dictador que ellos nos recuerdan tanto.

Acabará este tiempo de odio, indignidad y censura cuando la bondad, la educación cívica y la generosidad (así eran Paco y Asunción) sean de campo abierto y para todos los tiempos que vienen de paz y armonía, y la memoria olvide a aquellos que tanto daño nos hicieron, y hacen, sin contemplar el delito de odio y sin saber que la gente es libre de colocar a cada cual en su sitio. 

Con mi cariño y vuestro amor, que tanto disteis, Paco y Asunción. Así será.

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