Opinión | Pasado a limpio

A setas o a Rolex

La fuerza de Bildu no está sólo en el resultado, sino en ser la opción mayoritaria entre los jóvenes. A éstos no les preocupa ETA o el pasado de los candidatos, sino la vivienda y las perspectivas de futuro

Ilustración de Leonard Beard

Ilustración de Leonard Beard

Las elecciones son la fiesta de la democracia y por lo que suelen declarar los candidatos, a fuer que lo es, porque ninguno reconoce el fracaso y todos proclaman su victoria, sea total, parcial o medio pensionista. Algunos de ellos deberían conocer la historia del rey Pirro de Epiro, que fue de victoria en victoria hasta la derrota final. Las de este domingo en el País Vasco no son una excepción, porque algunos candidatos, socialista, popular y de Sumar, debieran repasar aquella historia de las victorias pírricas. Abascal, más parecido a un personaje de animación llamado ‘Gruñón’, ni siquiera lee, porque el pin parental lo lleva puesto de cuna.

En uno de los chistes de vascos más conocidos, dos amigos salen a buscar setas en el monte, pero uno de ellos se queda rezagado porque va encontrando Rolex entre la maleza. «¿Pero bueno, a qué hemos venido -le dice el otro- a por setas o a por Rolex

Los resultados no han variado apenas de las encuestas previas, pero lo que se discutía es qué buscaba en el monte cada uno. El PNV ha ganado en votos, pero Bildu le ha igualado en escaños. La suma de los partidos nacionalistas representa casi el 70 % de los votos, mas nadie ha hablado de independencia; tampoco parece que esté en la mente de la inmensa mayoría de los electores, más preocupados por la vivienda o la sanidad que por aventuras independentistas fuera de la UE.

Durante la campaña, sólo los partidos y los medios de comunicación nacionales hacen referencia a ETA y si Bildu hace algún gesto de condena o si reconoce que fue un grupo terrorista o una banda armada. Por no leer, hay varios que no se han leído el Código Penal, donde se regula el delito de pertenencia o colaboración con banda armada dentro del capítulo de los delitos de terrorismo.

Eneko Aldueza, el candidato del PSE, debiera saber que se presenta en coalición con Euskadiko Ezkerra, en el que militaron históricos como Juan María Bandrés y Mario Onaindia, quienes sabían de ETA y de democracia un rato más que él. Un partido con la historia y tradición del socialista no puede contentarse con el papel de llave, o más bien llavín de la lehendakaritza. Teniendo en cuenta que Bildu ha apoyado a la coalición del Gobierno central, tampoco parece lógico que utilizara el argumentario del PP sobre los supuestos herederos de ETA, que resulta más falso que Judas, que sólo se vendía al mejor postor, como cualquier capitalista de pro.

Cualquier persona mínimamente informada sabe que EH Bildu es una coalición electoral en la que, aparte de Sortu, está compuesta por Eusko Alkartasuna (partido socialdemócrata fundado por Carlos Garaikoechea), Aralar (plataforma pacifista que se escindió de HB precisamente por condenar los atentados terroristas) y Alternatiba (escisión de Esker Batua-Berdeak, IU-Verdes en Euskadi). Llamar sucesores de ETA a cualquiera de éstos es, no sólo faltar a la verdad, sino muestra de ignorancia y desprecio de lo que representa el País Vasco y toda su historia y su cultura. En esta consideración incluyo a Feijóo, evidentemente, pues un partido con pretensiones de gobierno en Madrid no puede menospreciar la realidad del País Vasco, ni de Cataluña ni de todos y cada uno de los pueblos de España. Que éste sea un Estado plurinacional, confederal o polisinodial, como en tiempos de los Austrias, es sólo cuestión de definir un Estado en el que deberían caber todos. Los vascos y los catalanes saben que fuera de España, también lo estarían de la Unión Europea, pero el resto de los españoles también debemos saber que, sin ellos, España descendería una o dos categorías, tanto demográficamente como en potencia económica.

La fuerza de Bildu no está sólo en el resultado, sino en ser la opción mayoritaria entre los jóvenes. A éstos no les preocupa ETA o el pasado de los candidatos, sino la vivienda y las perspectivas de futuro; un problema, no sólo para el PNV y el próximo lendakari, sino para el resto de la nación. Las soluciones necesitan decisiones políticas ahora y no surtirán efectos visibles hasta dentro de varios años, quizá lustros. Si dentro de cuatro u ocho años Bildu tuviera mayoría para tener un lendakari de su coalición, ¿qué discurso tendrá entonces el PP o quien gobierne en España? ¿Irán a setas o a Rolex?

En el ínterin de la campaña falleció José Antonio Ardanza, hombre de concordia y buenas maneras, el lendakari que impulsó el Pacto de Ajuria Enea, una de las primeras líneas rojas contra el terrorismo. Se va también Íñigo Urkullu, éste por jubilación, uno de los mejores políticos de la actualidad nacional, aunque esto no parezca un mérito. 

Puestos a que gobierne la derecha en Murcia, yo lo ficharía de ‘Panochari’; ganaríamos de aquí al infinito y más allá.

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