Opinión | Hablando al aire

Mañana, 14 de abril

Paco empezó a trabajar con catorce años en la construcción del pantano del Quípar y del Salto de Almadenes. Su familia vivía cerca, en la Veredilla. Tras su inauguración en 1925, fue contratado como empleado y se instaló con su mujer e hijos en la Presa de la Mulata. El 12 de abril de 1931 obtuvo permiso para desplazarse al pueblo a votar en las elecciones municipales. Votó, como el resto de su familia, a la candidatura socialista encabezada por José Ríos Gil, impresor y director del periódico Libertad. Esperó expectante con sus hermanos y algunos compañeros los resultados, que no llegaron a Cieza hasta bien entrada la noche del día siguiente. A lo largo de la jornada, se propagó la noticia, luego confirmada, de que los socialistas junto a los republicanos procedentes de las clases medias liberales habían obtenido holgadas mayorías en las principales ciudades. Los monárquicos, por su parte, solo habían conseguido imponerse en las zonas rurales, donde el poder de los caciques seguía intacto. Al día siguiente celebró la proclamación de la República participando en la manifestación pacífica y popular encabezada por don José Templado, que presidiría la nueva Corporación. Fue un día de júbilo. Para las clases trabajadoras, un sueño de esperanza, de democracia, justicia y libertad. Un anhelo truncado, fatídicamente, años después por el advenimiento del fascismo en Europa, la dictadura y la represión. Mañana, 14 de abril, cuando se cumplen 93 años de aquella proclamación, tendré un recuerdo para el abuelo.

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