Opinión | Limón&Vinagre

Carlos Vermut: El instinto del toro

El niño que encontró en el cine el universo para adentrarse en los misterios, ahora se ve en el centro de la arena donde tantas veces colocó a sus protagonistas

Carlos Vermut, durante el estreno en Barcelona de la película ‘Mantícora’, en 2022.

Carlos Vermut, durante el estreno en Barcelona de la película ‘Mantícora’, en 2022. / Elisenda Pons

«¿Qué son las corridas de toros?», pregunta un personaje de la película Magical girl (2014): «La representación de la lucha entre el instinto y la técnica, entre la emoción y la razón. Tenemos que aceptar nuestros instintos y aprender a lidiar con ellos como si fuesen un toro para que no nos destruyan». Si la arena de la plaza es algo parecido a la vida, está claro que Carlos Vermut (Madrid, 1980) ha fracasado en el lance. Una investigación del diario El País recogió hasta seis testimonios de mujeres que aseguraban haber sufrido violencia sexual por parte del cineasta

Hoy es imposible repasar la filmografía de Vermut sin verla embrutecida por la capa espesa de esas declaraciones. En 2015, dos periodistas culturales de El Periódico apuntaban las posibilidades de que Magical girl se llevara el Goya a la mejor película. El filme ya había sido premiado con la Concha de Oro y la Concha de Plata al mejor director en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián. Nando Salvà afirmaba que la película «nos niega tanto guías dramáticas como certezas morales, sumiéndonos en una intensa sensación de desconcierto. Y qué gusto da la maldita». Por su parte, Eduardo de Vicente apuntaba: «Una brillante película, pero que tiene también numerosos detractores y, por si fuera poco, ha sido ninguneada por el público. ¿Demasiado rara? ¿Demasiado perversa? ¿Demasiado dura?». 

Magical girl no se llevó el Goya, pero sí el reconocimiento de los cinéfilos y marcó un hito importante en una carrera en ascenso. Vermut era el cineasta de los personajes perturbadores, de los rincones ocultos del alma, de la lucha personal por el control de los instintos, del misterio y de las villanas… ¿Era? ¿Es correcto utilizar este tiempo en pasado? ¿Hasta qué punto su nombre estará tachado para siempre?

La obra y su creador

El debate ni es nuevo ni tiene fácil solución. Porque la obra es inseparable de su creador, porque una agresión en la ficción cobra otro significado cuando existe la sospecha de que también ha existido en la vida real y porque la industria difícilmente asumirá los riesgos. ¿Quién se atreverá a producir una nueva película a Vermut? Una pista: RTVE ha retirado Magical girl de su web.

Vermut estudió ilustración. Ganó el premio Injuve de cómic y su primera obra en solitario, El banyán rojo, obtuvo cuatro nominaciones en el Salón Internacional del Cómic de Barcelona. De las viñetas pasó a los cortos y de estos llegó a un primer largometraje que el mismo produjo, Diamond Flash. Se estrenó en la plataforma Filmin y fue la película más vista del portal durante dos semanas. Después llegó la premiada Magical Girl, Quién te cantará (2018) y Mantícora (2022), donde el protagonista lucha por controlar sus impulsos pedófilos.  

«Cosas terribles»

Vermut se recuerda como un niño muy obsesivo y depresivo, que sufría con todo y que le resultaba difícil relacionarse. Se refugiaba en sus universos particulares. En una entrevista en el blog En la quimera de oro confesaba: «Yo no podía compartir con mis padres las cosas terribles que me pasaban por la cabeza, obsesivas y extrañas, porque si se lo hubiera dicho seguramente me habrían internado. Hubieran dicho: este niño está loco. Tenía un sentimiento de culpa constante cuando pensaba en el sexo, cuando pensaba en cosas extrañas que se me pasaban por la cabeza».

Bergman y Almodóvar le fascinaban, especialmente aquellas historias en que «de repente, parecía que estaban hablando de algo más grande que la vida, cuando planteaban misterios extraños y que no podías acceder a ellos».

Cuando recibió la Concha de Oro en San Sebastián, desde el escenario, agradeció el premio a su novia, «por la que hago cine, por puro amor». «El cine -añadió- se hace por amor y yo la amo a ella. ¡Hago cine por amor!». Ese amor gritado y repetido se queda ahora atragantado ante las acusaciones de violencia sexual. Vermut solo admite haber «practicado sexo duro siempre de manera consentida». El niño que encontró en el cine el universo para adentrarse en los misterios, ahora se ve en el centro de la arena donde tantas veces colocó a sus protagonistas. Con la carrera derrumbada, los que le acompañaban en sus fiestas miran hacia otro lado y cubren su rostro con una falsa mueca de sorpresa y reprobación.

Aprender a lidiar con los instintos para que no nos destruyan, decía uno de sus personajes. Hoy, solo en la plaza, el toro mira al tendido con arrogancia.

Suscríbete para seguir leyendo