Limón&Vinagre
Chiara Ferragni, abriendo la caja de Pandoro
La Fiscalía de Milán investiga a la influencer Chiara Ferragni por un delito grave de estafa, y el organismo encargado de velar por la competencia en su país le ha impuesto una multa de un millón de euros por publicitar en 2022 un dulce con fines benéficos que no eran tales
Casi 30 millones de personas estaban pendientes de cualquier cosa que hiciera o dijera Chiara Ferragni, de 36 años, una de las influencers de moda más importantes del mundo. Su nombre apareció en la lista Forbes de líderes de opinión en redes sociales menores de 30, luego en la de mayores de esa edad y también en la de madres prescriptoras: una celebridad global nacida en 2009 a partir de un blog llamado The Blonde Salad. Cada una de sus publicaciones en Instagram sobre tendencias sumaba miles de comentarios; las grandes compañías del lujo se la rifaban para establecer colaboraciones que le hacían facturar cifras de seis ceros, mientras su marca propia crecía sin parar; el ‘reality show’ sobre su vida familiar en Prime Video cosechó miles de espectadores, y espera una nueva temporada.
Se usa el pasado para hablar de la italiana porque la incertidumbre se cierne sobre su imperio y ella misma ha dejado en pausa su expuesta imagen para tratar de sobrevivir a una de las crisis reputacionales más graves que se recuerdan en el mundillo del ‘me gusta / no me gusta’. La modelo, empresaria y esposa del rapero Fedez y madre de sus dos hijos, presentadora del Festival de San Remo, donde efectuó un alegato feminista que dio la vuelta al globo, y cara visible de mil anuncios, no ha superado la prueba del algodón. El caso Pandoro, como ya se le conoce, le puede costar el reino de glamur digital que ha construido con tesón durante años. La Fiscalía de Milán la investiga por un delito grave de estafa, y el organismo encargado de velar por la competencia en su país le ha impuesto una multa de un millón de euros por publicitar en 2022 un dulce con fines benéficos que no eran tales.
Donación a un hospital
Abriendo la caja de Pandoro Pink Christmas, los consumidores se encontraban un bizcocho navideño glaseado en tonos rosas y con el logo de la emprendedora. El postre incluía en su caja una información sobre una donación al hospital Regina Margherita de Turín para el tratamiento de niños con osteosarcoma y sarcoma de Ewing. Dado que su precio ascendía a nueve euros, cuando el normal se vende a 3,70, el carácter solidario se le suponía. Sin embargo, las pesquisas del Ministerio Público han establecido que Ferragni cobró un millón de euros por este contrato, mientras que la marca entregó 50.000 euros al centro sanitario seis meses antes de poner el producto a la venta, de ahí la posible intención de engañar a los compradores que creían colaborar con una causa noble.
El golpe a la credibilidad de una influencer conocida por su compromiso social, defensora de la sanidad pública (sobre todo tras el tratamiento de su marido de un cáncer de páncreas) y de los derechos de las mujeres, se ha traducido en una sangría de fans (200.000 menos en un mes) y de comentarios a sus post (de 5.000 a solo 65). Dos grandes marcas como Coca Cola y Safilo han cancelado sus compromisos con ella. En la pared de una de sus tiendas, alguien pintó «Ladrona».
La primera ministra, Giorgia Meloni, se ha aprestado a colocar el Chiaragate bajo el foco, en reciprocidad a las críticas que siempre ha recibido de Ferragni, la celebridad progre por excelencia que incluso pidió que no se votara al partido Hermanos de Italia por su posición contraria al aborto. «El verdadero modelo a seguir no son las influencers que ganan dinero a manos llenas vistiendo ropa o enseñando bolsos, o incluso promocionando carísimos bizcochos con los que hacen creer que harán caridad, pero cuyo precio solo sirve para pagar cachés millonarios. El verdadero modelo a seguir es el de quienes inventan, diseñan y producen esa excelencia italiana», criticó la política ultra, mientras su Gobierno impulsa una regulación legal de la actividad publicitaria de los creadores de contenidos con muchos seguidores.
Otros patrocinios «benéficos» de la joven se están mirando con lupa, y se podría decir que pocos han creído sus explicaciones. En un vídeo publicado antes de Navidad, la comunicadora pedía perdón por el caso Pandoro, anunciaba su intención de donar al hospital el millón que ganó y alegaba un «error de buena fe». Aparecía con gesto contrito, sin maquillaje y vistiendo un mono gris de punto, el mismo que lució solo unas semanas antes en una escapada familiar a la nieve, combinado con el bolso Diamond Birkin Himalaya de Hermès, un complemento que no está a la venta, considerado el más caro del mundo.
El «traje del arrepentimiento», como lo ha bautizado la prensa italiana, valorado en 600 euros, se ha agotado. La que tuvo, retuvo.
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