+Mujeres

Guerreras japonesas: ‘Onna-bugeisha’

Las crónicas japonesas nos señalan a decenas de mujeres guerreras que decidieron tomar las armas para defender sus territorios y también a las que, excepcionalmente, comandaron escuadrones y lucharon cuerpo a cuerpo en el campo de batalla

Tomoe Gozen y Nakano Takeko, dos célebres guerreras del período prefreudal de Japón

Tomoe Gozen y Nakano Takeko, dos célebres guerreras del período prefreudal de Japón

Colectivo de Mujeres por la Igualdad en la Cultura

La figura de la mujer guerrera está recogida no solo en los mitos griegos, sino que existió en diferentes culturas y territorios. Aunque las pruebas históricas no fundamenten la leyenda griega de una sociedad exclusivamente femenina, como la de las amazonas, sí reconocen la existencia de mujeres guerreras. También en las epopeyas germánicas y célticas se describen grupos de mujeres guerreras como las valkirias y las skjaldmö. 

Mujeres excepcionales, como Zenobia de Palmira y Boudica, pusieron en jaque a las legiones romanas, pero la arqueología no ha podido demostrar, hasta ahora, la existencia de ejércitos de mujeres, a pesar de los hallazgos de enterramientos femeninos asociados a armas y otros elementos atribuibles a los roles masculinos. 

Las crónicas japonesas nos señalan a decenas de mujeres guerreras que decidieron tomar las armas para defender sus territorios y también a las que, excepcionalmente, comandaron escuadrones y lucharon cuerpo a cuerpo en el campo de batalla. Las evidencias históricas no son muchas y tardaron en aparecer. Sin embargo, los análisis de los restos humanos de batallas en campo abierto siguen arrojando datos sorprendentes: alrededor del 30% de los restos analizados de las batallas de Kamakura (siglo XIV) y Senbon Matsubara (siglo XVI) son femeninos.

La cultura guerrera de Japón empezó a fascinar al mundo occidental a partir de su apertura a mediados del siglo XIX. Hoy, pocas personas desconocen la existencia de samuráis y ninjas, por supuesto, hombres. Sin embargo, hubo mujeres samuráis, ‘onna-bugeisha’, que destacaron por su valentía y respeto al bushido, su código de honor, y que aparecen en los cantares y en las leyendas que nos llegan a través de tres libros: el Kojiki, el Nihon Shoki y el poema épico del siglo XIII, Heike Monogatari, que relata los acontecimientos del siglo anterior: las guerras entre clanes samuráis, entre otros muchos acontecimientos políticos y sociales que definirían el Japón de los siglos posteriores. 

Los primeros libros recopilan la historia desde la creación. La diosa central del panteón sintoísta, Amaterasu, la diosa del sol, la encarnación del sol naciente, representa el orden y la pureza y está vinculada a la genealogía imperial. Así, la primera emperatriz sería Himiko, en el siglo III, y a partir de aquí y hasta el siglo VIII, se documenta la presencia de al menos seis emperatrices. Algunos estudios, como los de la historiadora Yoshie Akiko, han revelado que las mujeres que ejercieron como líderes políticas en el Japón prefeudal representan entre el 30% y el 50% del total y que se trataba de una sociedad ambilineal. 

Con la introducción del confucianismo, el budismo y el sistema hereditario chino, el poder de las mujeres y su presencia pública fue decreciendo y, a partir del siglo XII, queda relegada al mundo doméstico.

Volviendo a la leyenda, ya en el siglo III, nos encontramos en el Nihon Shoki con una figura semilegendaria, la emperatriz guerrera-chamán Jing, quien supuestamente podría haber liderado la invasión de Corea y que fue regente durante el mismo periodo que Himiko. De Jingū solo existen fuentes literarias, pero es el modelo en el que se basa la imagen de la ‘onna-bugeisha’, maestras del combate, que tuvieron un papel importante en la época en que el país nipón vivía permanentemente en guerra. Su existencia está documentada de forma fidedigna a partir del siglo XII.

Se conocen muchos detalles de la vida, real o legendaria, de Tomoe Gozen, guerrera samurái del clan Minamoto. El Heike Monogatari, la describe como «excelente arquera y espadachina, dispuesta a enfrentarse a un demonio o a un dios, a caballo o a pie» y le atribuye varias hazañas comandando tropas y sobreviviendo a sus enemigos. Nació hacia 1157 en el seno de una familia samurái, fue educada en las artes marciales y dominaba con eficacia la ‘naginata’, lanza de hoja curva, y el arco. El final de su historia no está claro; algunas fuentes apuntan que murió en una batalla en 1184, otras, que ingresó en un templo budista o que se suicidó arrojándose al mar. Su vida sigue fascinando a su país y pervive en el imaginario colectivo nipón, gracias también al teatro kabuki, a la literatura popular, al género manga o a los videojuegos, aunque en la mayoría no haya sido tratada con rigor histórico.

Menos conocida es Hangaku Gozen, del clan Taira. Esta guerrera samurái, «intrépida como un hombre y bella como una flor», según la crónica Azuma Kagami, estuvo al frente de un ejército durante las Guerras Genpei.

Al contrario que sus predecesoras, sabemos que Nakano Takeko, admiradora de Tomoe, nació en abril en 1847 y murió el 16 de octubre de 1868 a la edad de 21. Su nombre quedó grabado en la historia por haber entrenado a un escuadrón de unas 30 mujeres y haberlas liderado contra los soldados imperiales, armados con fusiles, en la batalla de Aizu, durante las Guerras Boshin. 

Nakano no sobrevivió a la batalla. Ella y sus guerreras, que pasaron a la historia como Joshitai, son recordadas cada año en el Festival de Otoño de Aizu.

Con la Restauración Meiji, la clase guerrera samurái desapareció, las ‘onna-bugeisha’ fueron relegadas al ámbito doméstico y borradas de la historia que el nuevo Japón quería contar. La imagen de la mujer japonesa que se exportó a occidente era la de una criatura menuda, delicada, vestida con kimono y sirviendo té, una geisha sumisa.

Desde los años 80, historiadoras del mundo académico japonés están haciendo una relectura de los documentos históricos con el fin, no solo de dar a conocer el importante papel de estas mujeres y de honrar su memoria, sino también de ofrecer al mundo una historia más fidedigna del país nipón.

Suscríbete para seguir leyendo