El prisma

Enfrentamiento y descoordinación

Entre las impertinencias obsesivas del PP local por un lado y las respuestas vengativas del sanchismo por otro, vamos a asistir a una legislatura en la que los grandes problemas de Murcia seguirán sin ser abordados con las suficientes garantías

El presidente de la Región, Fernando López Miras, en una entrevista exclusiva para La Opinión.

El presidente de la Región, Fernando López Miras, en una entrevista exclusiva para La Opinión. / LA OPINIÓN

Pablo Molina

Pablo Molina

Por desgracia para los ciudadanos, el nivel de politización de las instituciones públicas españolas dificulta los esfuerzos sinceros de coordinación entre administraciones con vistas al bien común. Las comunidades autónomas, entes artificiales sin otras competencias que las cedidas por el Gobierno central y las arrebatadas a las entidades locales, son utilizadas por los partidos que las gobiernan para sus guerras políticas. Murcia no es la excepción. Al contrario, somos la primera carne de cañón de los populares en sus batallas de desgaste contra el sanchismo porque, como todo el mundo debería saber ya a estas alturas, Murcia no le importa un carajo ni al PSOE ni al PP.

¿Cómo se puede entender si no que los argumentos en la campaña para la elección del ayuntamiento de Ceutí sean que Sánchez ha traicionado a España? Vale, sí, la ha traicionado, pero esa constatación ¿qué influencia puede tener en la gestión diaria del consistorio o en la calidad de los servicios que se prestan a los ciudadanos de la localidad? Porque igual a los ceutienses les interesa que les bajen el IBI o el recibo del agua algo más que las cuitas de Sánchez con Puigdemont.

La huida hacia delante de Sánchez en sus enjuagues con los independentistas ha llevado la política nacional a una polarización pocas veces vista con anterioridad. Eso siempre es malo, porque el desarrollo de las sociedades y el progreso de los ciudadanos necesitan de entornos fiables y sistemas políticos que gocen de la necesaria estabilidad. Lo contrario es introducir elementos de zozobra que repercuten negativamente, primero en la economía y, a continuación, en la propia dinámica social.

Siendo esto así, ¿Qué podemos esperar de esta legislatura los habitantes de la Región de Murcia? Pues poco más o menos lo mismo que en la anterior y la siguiente. Lo bueno de ser murciano es que apenas hay diferencia cuando gobierna en España el PSOE o el PP, porque el abandono es prácticamente idéntico. Ahora bien, la irrelevancia de una región uniprovincial sin identidad propia como lo es Murcia va a quedar todavía más de manifiesto en este segundo mandato de Pedro Sánchez por dos motivos. En primer lugar, se trata de un territorio que los socialistas dan por perdido, a tenor de los destrozos continuos del PSRM elección tras elección, lo que lleva al PSOE a un hundimiento tan acusado que solo permitiría soñar con una victoria solvente dentro de tres o cuatro ciclos electorales, y eso si finalmente consiguen presentar un equipo moderno, sin peajes sectarios y con un candidato que sepa leer a la sociedad.

Por otra parte, la belicosidad de López Miras contra el sanchismo y sus traiciones a la patria provocarán forzosamente nuevas represalias del Gobierno, especialmente en un momento en el que va a necesitar recortar fondos de las comunidades del régimen común para pagar el peaje que le han impuesto Junqueras y Puigdemont si Sánchez quiere seguir en La Moncloa.

Entre las impertinencias obsesivas del PP local por un lado y las respuestas vengativas del sanchismo por otro, vamos a asistir a una legislatura en la que los grandes problemas de Murcia seguirán sin ser abordados con las suficientes garantías. La financiación autonómica, el déficit de infraestructuras o la solución de nuestros graves problemas medioambientales tendrán que esperar unos años más y eso contando con que ocurran dos cosas cuya materialización a corto plazo tampoco está garantizada, a saber: Que Núñez Feijóo gane las próximas elecciones generales y que, al contrario de lo que hizo su paisano Rajoy, se tome en serio las necesidades perentorias de una región abandonada como la nuestra.

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