Noticias del Antropoceno

Con amigos como Israel, Occidente no necesita enemigos

Dionisio Escarabajal

Dionisio Escarabajal

Parece mentira que un pueblo sabio y antiguo como el israelita haya podido caer de lleno en la trampa que le tendieron los terroristas el infausto 7 de octubre, con el asesinato a sangre fría de más de 1.400 hombres, mujeres y niños inocentes. Toda persona con cierta sensibilidad se horrorizó ante la visión de tantas muertes de inocentes y tanta atrocidad gratuita. Los terroristas, con esos actos, se merecen ser perseguidos y aniquilados sin compasión como ratas.

El problema con las organizaciones terroristas, llámense Hamas, IRA o ETA, es que se refugian entre los civiles que pertenecen a sus misma etnia o cultura, con los que comparten sus creencias políticas o religiosas, encontrando así un caldo favorable que les acoge. De ahí surge la gran dificultad que representa para un Estado democrático, obligado a respetar los derechos humanos y las leyes humanitarias, entablar una guerra asimétrica contra el terrorismo. No se pueden confundir a los que comprenden, disculpan o incluso apoyan a los terroristas con los perpetradores de los crímenes. La trampa para elefantes consiste en provocar una reacción desmedida de las víctimas y sus aliados que demuestre a los ojos de los espectadores globales que no hay diferencia entre los asesinos y los que intentan vengarse legítimamente. 

Casi todo el mundo puede llegar a comprender la reacción inicial de los israelitas al verse masacrados, pero ya ha pasado tiempo de sobra para que la racionalidad vuelva a las cabezas de sus dirigentes y estos afronten su legítima ansia de venganza con medios quirúrgicos y proporcionales, evitando dar pábulo a los enemigos de Occidente, que se frotan las manos cada vez que un niño palestino aparece muerto en los brazos de su padre después de un bombardeo israelí. Incluso una infección de ratas (siguiendo la analogía de éstas con los terroristas) no se combate bombardeando las calles y dinamitando las alcantarillas. Hay que limitar el acceso a la basura de la que se alimentan e impedir de ese modo su proliferación. En el caso de Israel, esto debería consistir en terminar con la ocupación ilegítima de territorios palestinos y dar viabilidad real a los acuerdos de Oslo.

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