LA FELIZ GOBERNACIÓN

Sillón de mis entretelas

'¡Qué escándalo, Vox quiere sillones!' podría ser respondido con '¡qué escándalo, el PP, sin mayoría, quiere todos los sillones!'

Sillón de mis entretelas

Sillón de mis entretelas / Ángel MontielJoaquín SánchezSabiotePaco López MengualJuan GuillamónPedro de SilvaMiguel López-GuzmánIlustración deÁngel Montiel

Ángel Montiel

Ángel Montiel

El sillón, que tanto conforta tras una intensa jornada laboral o una larga caminata, tiene, sin embargo, mala prensa en la vida política. Para descalificar al adversario basta con adjudicarle la pretensión de querer acumular sillones, pero esto lo suelen decir quienes disponen de ellos y no están dispuestos a cederlos o a repartirlos.

¡Qué escándalo, Vox no se conforma con firmar un papelito, quiere sillones! afirman los portavoces del PP. Y la palabra sillones suena como a exceso de ambición, a aspiración ilegítima, a deseos que debieran ser inconfesables. No le reprochan a Vox que quieran tener responsabilidades de Gobierno, sino sillones, como si esta metáfora del poder afeara la lógica pretensión de obtener una cuota en el panel de mando.

El PP dispone, sin duda, de una montaña de razones para tratar de esquivar la entrada de Vox al Gobierno regional. Razones políticas y estratégicas. Pero intentar ponerle un toque peyorativo a lo que es una baza a jugar en una negociación para la formación de Gobierno es una infantilada. ¡Qué escándalo, Vox quiere sillones! podría ser respondido con ¡qué escándalo, el PP, sin mayoría, quiere todos los sillones!

En realidad, que la sesión de investidura de López Miras previa a las elecciones generales resulte fallida por el voto en contra de Vox beneficiará al PP por paradójico que parezca. Primero, porque significará una interferencia en la cantinela para el 23J de PSOE y Sumar de que el PP formará Gobierno con la extema derecha. Podrán decirlo igualmente, pero como una especulación, no como un hecho. Y segundo, porque no es seguro que Vox vuelva a ganar las elecciones generales en Murcia, y si los abascales pierden pie en ese terreno se pondrán más blanditos antes de forzar la repetición electoral de las autonómicas.

Además, a la campaña «¡quieren sillones!» seguirá otra: «¡Vox pacta con la izquierda!», por el hecho de que coincida en el ‘no’ con PSOE y Podemos. Otro rasgo de infantilismo, pero a veces estas simplificaciones funcionan, sobre todo cuando la argumentación política se desliza en la pereza.

El que resiste gana. Y aquí, las posiciones están muy prefijadas. Se trata de macerar las resistencias hasta agotar todas las posibilidades, y alguien cederá en el último momento, de acuerdo a sus conveniencias. El pacto balear, que el PP murciano exhibe como equivalente a la situación murciana, no es el antecedente perfecto, entre otras cosas porque, en esa Comunidad, Vox, aunque no ha entrado en el Gobierno autonómico lo ha hecho en las instituciones provinciales, que en la práctica son Gobiernos muy potentes.

Todos quieren sillones porque la imagen del poder es la de una persona sentada.

Suscríbete para seguir leyendo