Tribuna Libre

Tetas

Desde CC.OO. nos parece más que necesario denunciar esta situación y cualesquiera otras retrógradas, porque si esto sucede en un acto público, no queremos imaginar lo que puede suceder en el privado o en el laboral

Rocío Saiz, la artista censurada por quitarse la camiseta durante una actuación en el Orgullo de Murcia.

Rocío Saiz, la artista censurada por quitarse la camiseta durante una actuación en el Orgullo de Murcia. / TWITTER @ROCIO__SAIZ

Santiago Navarro Meseguer

Cada vez que durante la campaña y precampaña electoral me he llevado las manos a la cabeza con este tema, siempre ha habido quien me respondiera «Bah, no lo dicen en serio, solo son acciones de campaña».

Pues nada, ya tenemos la primera muestra oficial de que ninguna decisión es inocua. El pasado día 24 de junio, en la celebración del día del Orgullo LGTBI+ en la plaza Belluga, una artista, dentro de su actuación, enseñó los pechos y un Inspector de la Policía Local detuvo el espectáculo y le obligó a cubrirse. Quizás la confusión de este agente pueda venir por parte de los acuerdos postelectorales de la derecha y la extrema derecha, y claro, el recién estrenado ayuntamiento de Murcia, con mayoría absoluta del PP, haya llevado a esta persona al equívoco. Dicen desde el Ayuntamiento que el policía actuó por su cuenta, incluso la Fiscalía ha abierto diligencias pero… estas cosas hace ya tiempo no sucedían, ¿por que ahora sí? Se sentiría quizá respaldado por la instancia superior. Se ha generado la idea de que la libertad ha cambiado, o va a cambiar, y, por lo tanto, tiene la certeza de que eso es lo que se espera de él y que no tendrá consecuencias negativas para su persona, sino todo lo contrario.

Llevamos tantos meses de apariciones en procesiones y misas, tantas declaraciones de vuelta a la tradición y a la familia convencional que, a menos de una semana de la toma de posesión del nuevo equipo municipal, un trabajador del mismo que, además, tiene capacidad de orden y mando, ha paralizado un espectáculo porque una artista ha enseñado las tetas. Sí, tetas, que no pechos, ya vale de eufemismos. Vaya por delante que no debemos confundir civismo y respeto a los demás con moralina o mojigatería.

Pienso que el policía en cuestión va a tener trabajo este verano, visto los escotes, pantalones y minifaldas que hay por la calle o los toples de las playas. Creo que deberían ir poniendo sus barbas a remojar los Carnavales de Águilas, Cabezo de Torres... ¿y Puente tocinos?, porque allí se ve mucho cuerpo semidesnudo.

Porque, no nos engañemos, el único motivo por el que se paró el espectáculo fue que tenía lugar en la celebración del Orgullo LGTBI+. Hay formaciones políticas que establecen una regla sobre quienes son las personas de bien, y quienes no, que establecen cuándo desnudarse en público es tradición y, cuándo no. Y parece que no es aceptable que lo muestre esa parte de la sociedad, que ellos consideran, de segunda categoría y que a su juicio, solo lo hacen con la idea de pervertir, y, sobre todo, ideologizar a la población.

Así que, que no vengan ahora con que era de día y había niños porque yo estuve allí, y hay más niños en el Entierro de la Sardina o en los Carnavales de Águilas y nadie se escandaliza de los tangas y los escotes.

Los partidos políticos que promueven lo ‘aceptable’ en función de la tradición no llevan estas ideas en sus programas para rellenar. Lo que pretenden es que volvamos a épocas muy lejanas, culturalmente hablando, y mucho más retrógradas en las que algunas personas iban a Perpignan y otras eran encarceladas por desórdenes públicos. Lo del sábado fue una pequeña muestra de hacia dónde quieren encaminar las ‘políticas de la moral’, que no afectan a un determinado colectivo, nos afectan a todos. Porque si hay gestores de la moral y la buena ciudadanía, siempre estaremos fuera quienes no estamos con ellos o no fingimos estarlo. Puede que empiecen aquí, pero terminará, como dijo Beltor Brech, cuando vengan a por ti y no quede nadie.

Me duele esta Murcia, esta España, me duele y me avergüenza. La misma vergüenza que siento cuando veo las películas de los 70 en las que una panda de catetos babeaban mirando a las suecas en bikini. Y no quiero sentirme así, ni quiero que mi familia, mis amistades, mis vecinos y vecinas estén condicionados por los que otras personas decidan que es moralmente aceptable.

Desde CC.OO. nos parece más que necesario denunciar esta situación y cualesquiera otras retrógradas, porque si esto sucede en un acto público, no queremos imaginar lo que pueda suceder en el privado o en el laboral, donde el equilibrio de poder desfavorece a la clase trabajadora, el riesgo de retroceso estará ahí. Si un policía municipal ve respaldada su actuación de paralizar un espectáculo, cuánto más no se verán respaldadas algunas patronales a la hora de selección de personal, de distribución de cargos, de tareas en el trato personal, en definitiva, tener la tentación de mutilar los planes de igualdad que tanto trabajo están costando sacar adelante a empresas y trabajadores.

 No, no es una broma, tiene mucha importancia. Esto si es libertad: ser, vestir, comportarte cómo eres, no como otras personas decidan que seas, que nadie decida por ti, ni por mí.

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