Dulce jueves

Decisiones difíciles

Enrique Arroyas

Enrique Arroyas

Nadie dijo que fuera fácil». Hace un tiempo se repetía tanto esta frase que se convirtió en una frase hecha. A la menor ocasión se colaba esta sentencia y el asunto quedaba zanjado. Era una especie de consuelo, que tenía tanto de resignación como de ánimo para afrontar una situación difícil. Quien la pronunciaba, se descargaba de cualquier responsabilidad que tuviera por habernos metido en algún fregado. También era una forma suave de armarse de valor y convencerse a base de buena voluntad de la necesidad de cumplir con el deber.

Oriol Romeu, futbolista modesto y trotamundos, ahora en las filas del Girona, tiene un lema parecido, aunque algo más complejo: decisiones difíciles, vida fácil. Lo descubrió leyendo en sus ratos libres a Marco Aurelio y a Séneca. De este último escogió una frase que debe de tener colgada en su taquilla del vestuario: «No nos atrevemos a hacer cosas difíciles, pero son difíciles porque no nos atrevemos a hacerlas». Séneca sabía ser persuasivo, incluso cuando tenía que surfear con las palabras al más puro estilo del márketing actual. Pero al futbolista le ha valido para superarse a sí mismo y sobrevivir en las situaciones más complicadas. Viene a decir que no te puedes echar atrás, aunque creas que el reto supera tus capacidades. Y cuando estás en medio de la dificultad, el camino es hacerlo fácil. Donde él trabaja, en el medio del campo, rodeado de enemigos, un error puede suponer una derrota. Allí burla lo difícil con lo fácil, que en esas situaciones equivale a no presumir, pero tampoco achantarse. Ajustar la acción a tus propias fuerzas. Aceptar el peso del lugar que ocupas y de tu misión. «Tienes que aprender a balancear», dice. Esa es la idea.

Decisiones difíciles, vida fácil. Se puede expresar al modo de Séneca: hacer lo que hay que hacer y aceptar con deportividad el resultado. Asumir que sólo lo difícil tiene valor. Sin embargo, hoy parece que la sociedad funciona al revés. Cuanto más difícil se ponen las cosas, más se nos empuja a tomar el camino fácil. A los niños se les suavizan los cuentos, no vayan a causarles traumas. Frente a los problemas más complejos, los políticos ofrecen recetas simples cuya única dificultad es el lenguaje que utilizan. Todo tiene que ser transparente. La duda está mal vista. Se ataca lo difícil reduciéndolo a la medida de nuestro pobre entendimiento. El resultado es decisiones fáciles, vida difícil. Y cuando llega el momento de la verdad, sucumbimos.

Para estos tiempos inciertos y calamitosos, Andrea Marcolongo propone el modelo de Eneas, el héroe de la Eneida. No tiene superpoderes, llora y al miedo responde con audacia. Tropieza una y otra vez, pero se levanta, nunca se rinde. Mira de frente a la dificultad, aunque lo ignore todo de ella. «Al igual que nosotros, no sabe por dónde empezar, pero, incluso en la duda, empieza». Sus únicos poderes son el arte de resistir y el sentido del deber.

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