La balanza inmóvil

Tribunal Penal internacional

Decía en mi último artículo que el buen funcionamiento de una administración tan importante como es la de la Justicia, aunque nunca ha sido un ejemplo de rapidez, ahora ya se nos está yendo de las manos del todo. Primero, los letrados de esa administración, ahora los funcionarios, después los jueces y fiscales, y, por último, los abogados de oficio. O se para ya este derrame constante de paralizaciones o en este país va a traer cuenta no pagar, incumplir contratos y hasta estafar en pequeñas dosis. Total, para cuando salga tu juicio a lo mejor ya ha prescrito el asunto, o se ha cambiado la ley, o un acuerdo entre partidos ha despenalizado tu delito, e incluso te pueden indultar. 

Hoy que precisamente hace 2.776 años que Rómulo, tras matar a su hermano Remo por oponerse, fundó la ciudad de Roma, a partir de ahí todo nuestro derecho empieza a nacer. Si cualquiera de los dos levantara la cabeza, seguro diría que para eso me esforcé yo en poner la simiente o la vida respectivamente, para lograr un nuevo orden jurídico que nacería con el derecho romano y ha llegado hasta nuestros días, en esta España del sí es solo sí, que bien podría denominarse «me empeño sí o sí» en mantener lo indefendible. Ha pasado más de medio año para que por fin se reforme la ley, sin los votos de los partidos políticos en los que se apoya el Gobierno, curiosamente, y entretanto el resultado es ya casi mil condenas rebajadas, y más de cien excarcelados gracias a mantener la ley a toda costa en el punto de las violaciones.

Pero si hay algo que indigna mucho más que esta cabezonería es una guerra sin sentido (como todas, pero esta más por el siglo en el que estamos) que está durando una eternidad. Pueblos destruidos, población masacrada, esperanzas rotas y huida masiva de ciudadanos, renunciando a su cuna, a sus familiares, y a sus raíces, buscando un futuro mejor que al menos no le cueste la vida. Y todo por las pretensiones anexionistas de un iluminado, que en lugar de engañar de forma inofensiva leyendo el poso de una taza de café, la ceniza de un puro, o simplemente echando unas cartas (elija derecha o izquierda, arriba o abajo, y después de hacerle al cliente unas preguntas dice, me sale que….), se dedica a invadir países cercanos, para que la antigua URSS vuelva bajo su mando, acabando así con la reforma política y económica destinada a desarrollar una nueva estructura interna de la Unión Soviética iniciada por Gorbachov en 1985, que dio independencia a cada una de las repúblicas que la integraban. 

Lo que ha conseguido Putin es crear una corriente total de desprecio en todo el mundo en su contra y de Rusia, y una simpatía inimaginable acerca de Ucrania. Ahora bien, como salgas de tu cárcel de oro, vas a ser detenido por traspasar las fronteras de tu Rusia, porque la Sala Segunda del Tribunal Penal Internacional, con sede en La Haya, así lo ha ordenado. No te va a valer que no reconozcas los Tribunales Internacionales, si has ordenado matar a un pueblo, has ampliado las fronteras de tu país a costa de otro, y si encima los muertos son niños, no te puedes librar de un enjuiciamiento. La deportación de niños ucranianos, al parecer, ha sido la gota que ha colmado el vaso de despropósitos. Como te desplaces a uno de los 123 Estados firmantes del Estatuto de Roma que creó ese tribunal, vas a ser encarcelado, como ya sucedió con Milosevic en su momento. La orden de detención se basa en que se considera un criminal de guerra, porque ha deportado, transferido y confinado ilegalmente a la población ucraniana, y por la toma de rehenes. Se le acusa además que haber violado la Carta de Naciones Unidas, que prohíbe la guerra y aprueba la defensa de Ucrania, en este caso. La única duda es si acabará antes la guerra que su detención, y sobre todo, si posteriormente, pase lo que pase, va a ser juzgado por genocidio.  

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