El Prisma

Plantas solares: quimera fotovoltaica

J. L. Vidal Coy

J. L. Vidal Coy

Raro es el día sin noticia sobre una nueva planta de energía fotovoltaica. Autorizada o denunciada. El ritmo se aceleró con la aprobación en enero del R/D 20/22 cuyos artículos 22 y 23 facilitan, según algunas interpretaciones, que los macroproyectos de renovables de más de 50MW tengan manga ancha para obtener la autorización de instalación y funcionamiento. Según asociaciones ecologistas y vecinales, también algunos municipios, esa puerta abre barra libre para instalar huertos solares de gran tamaño. La biodiversidad, el territorio y el paisaje, se alarman, están siendo muy perjudicados. En el caso de las plantas fotovoltaicas las grandes extensiones que ocupan, o pretenden ocupar, son un perjuicio claro en un notable número de casos.

Se ha pasado del ‘impuesto al sol’ del primer Gobierno de Rajoy a una multiplicación de hectáreas para fotovoltaica que remite a aquella fiebre de resorts de golf y sol que padeció la España seca y soleada y cuyas perniciosas consecuencias hídricas y ambientales son claras. El foco está ahora en extensiones soleadas en todo tiempo como el territorio de la Región de Murcia. La ausencia de accidentes geográficos es otra ventaja importante. Resulta de cajón la deducción de que esas características convierten el Campo de Cartagena y Murcia en objeto de deseo para la nueva fiebre solar protagonizada por grandes empresas nacionales y transnacionales.

No es oro todo lo que reluce. Las novedades de nuevas instalaciones se simultanean con rechazos de vecinos, agricultores y ayuntamientos. Hay casos de todo tipo. La macroplanta de 237 hectáreas para producir 150 megavatios que X-Elio Energy pretendía poner en la Sierra Escalona, lindando con Alicante, ha sido rechazada por el MITECO debido a su afección a aves rapaces y sedentarias. En El Algar, junto al Mar Menor, la Consejería ha reconocido que nueve pequeñas plantas solares son inviables. Al tiempo, se autorizaron otras dos en los municipios de Murcia y Torre Pacheco. La fiebre alcanza también al Noroeste, aunque allí lo abrupto del terreno impone plantas pequeñas.

Nombres a retener. X-Elio está participada al 50% por Brookfiled Renewable y KKR. Se autotitula «líder mundial en el desarrollo de energía sostenible». Probablemente lo sea: tiene proyectos en medio mundo. Y es ya el mayor promotor de huertos solares en la Región. Las plantas de Murcia y Torre Pacheco están proyectadas conjuntamente por la molinense cotizada en Bolsa Soltec y el grupo francés Total (172 has., 90 MW); y otra por la estatal noruega Statkraft (600 has., 250 MW). Este caso afecta a 394,27 has. de almendros y olivos, 82,37 de secano, y 31,57 de pastos.

Es la tónica: los grandes proyectos están en manos de multinacionales que intentan conseguir las extensiones necesarias para producir el nuevo maná energético, sin parar mientes en impedimentos ambientales, paisajísticos o, incluso, de regadío. De hecho, en Puerto Lumbreras una comunidad de regantes se opone, junto con Ecologistas en Acción, a una planta promovida por Desarrollos Fotovoltaicos Carril 400 y el grupo austríaco RP Global.

Los propietarios de tierra han girado sus ojos de las multinacionales agroindustriales a las transnacionales energéticas para arrendarlas. El precio por hectárea es mareante: hasta de 3.000 €/año. El mapa regional cambia rápidamente. Al trufado de resorts turísticos entre plantaciones agrícolas se añade el reino de la nueva fiebre fotovoltaica: siete de las grandes obtuvieron autorización en lo que va de 2023. Son miles de hectáreas las ocupadas ya por huertos solares. Como todo fenómeno industrial en crecimiento exponencial, si no se controla estrictamente puede devenir en desastre socioeconómico a pesar de los beneficios energéticos. Aunque, a diferencia de la quimera del oro, el sol de momento no se agota. El asunto afecta a toda la España del sur. Peligro. Quizá estas plantas sean alternativa para las calculadas 8.000 hectáreas de regadío ilegal del Tajo-Segura. ¿O son más de 10.000?

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