Achopijo

El Perich

Yayo Delgado.

Yayo Delgado.

Yayo Delgado

Las pequeñas alegrías a las ocho de la mañana por poder hacer cinco burpees seguidos no las vi venir. Era una cuestión de saber dónde estás. Mucho más que cualquier otra cosa. Qué importante es ser consciente de los límites, y seguir viendo posible alcanzar cualquier objetivo. Volví a leer un capítulo de Harry Potter para un trabajo de Lucas (9), y volví a pensar que todo eso estaba ahí para escribirlo. Como tantas otras cosas. Descubrir cosas sigue siendo la maravilla de cada día. Puré de calabaza con queso azul y vieira. Ahí estaba, pero fue Quim Gabarró en Alviento el que nos lo enseñó. Enero se ha alargado como siempre, pero nos trajo dos goles de Pedro León hechos con el fútbol que soñábamos de pequeños. Recuerdo los partidos contra el Bilbao Athletic, cuando un tal Moska era el mejor de la categoría, entre el solecico de invierno de La Condomina y aquellas almohadillas rojas de plástico. Cómo sonaban los chuts en aquel campo.  

Estamos ganados por Cathering Cawood. La mujer policía de West Yorkshire. Happy Valley se ha convertido en la serie top de 2023, ya en enero. Qué buen mes para ello. Ver series con la chimenea encendida. O leer los sábados por la mañana. Ahí vamos con Dolores Ayala recorriendo Los Alcázares, y avanzando en liberaciones vitales. Vuelta a los pequeños grandes descubrimientos. Mujeres maduras fuertes. Como Rocío Álvarez, premio Laurel este año, con un discurso fantástico el mismo día en el que el Teatro Romea ovacionó merecidamente a Diego Marín, librero. Qué suerte compartir con él un rato gracias al Colegio de Periodistas. Lucidez, humildad, trabajo y luz. En su forma de responder a mis preguntas había sobre todo luz. Pocas cosas admiro más que sentir la ilusión espontánea y real en la gente que es mayor que yo. Bueno, quizás no es admiración, es esperanza. El único rival con opciones es siempre el tiempo y hay que combatirle.  

Diego Marín, que aguantó con solera y garbo mi interrogatorio entre los fantásticos platos de El Churra, me dijo que el libro que recuerda que tuvo unas ventas estratosféricas y sorprendentes fue una recopilación de viñetas de El Perich a principios de los ochenta. «Lo compró toda Murcia». No sé si eligió hablarme de él por mi condición de periodista, ya que paró unos segundos pensando qué responderme haciendo esfuerzos por recordar o encontrar en su índice mental un título adecuado a mi pregunta. Quiero creer que sí. Es capaz. Y me maravilló la sorpresa. El Perich. Acertó, porque siempre he sido muy viñetista. Muy de leer las viñetas antes de los deportes, incluso. Quería comentarlo con Manu Puebla comiendo con él, la calabaza con queso azul, pero no pudo ser. Así que aquí queda, por si los viñetistas también leen columnas. Los días de frío siguen, y el año avanza, inexorable, pero perdiendo batallas en esa preciosa guerra que afrontamos con la ilusión de seguir descubriendo cosas con las que disfrutar. Vale.

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