Las fuerzas del mal

Yo me acuso

Enrique Olcina

Enrique Olcina

Yo me acuso de ser un traidor felón a la patria murciana, la que canta el himno, esa de la inmensa huerta que frutos y flores da. No es que reniegue del lugar donde nací y, más importante, de donde he pacido, pero es que no hay otra. Soy un reo perplejo de traición. Me explico.

Con veinticinco años de Gobierno del PP en la región de Murcia y que ha gobernado con PSOE y PP tanto en la Comunidad autónoma de Valencia como en Castilla-La Mancha y el Gobierno central, que no se haya buscado una solución al agua para el riego del campo murciano, salvo el tango del Agua para Todos cuando gobierna el PSOE en alguna de las instancias anteriormente mencionadas y la complacencia cuando sucede con el PP, es algo que no consigo comprender. Veinticinco años no es nada si estamos a lo mismo que estábamos entonces.

Si tenemos que tirar del hilo de la restricción de caudales, fue el Gobierno de Valcárcel el que negoció las primeras limitaciones de caudal del Tajo con Bono. Tampoco dijo nada el Gobierno del PP en la Región de Murcia cuando el Ejecutivo presidido por María Dolores de Cospedal en Castillan-La Mancha tomó la misma, exacta, idéntica posición que ha tomado ahora García-Page y cuyo camino de reclamación cimentó el posterior que ha llevado a la sentencia del Supremo en la que se basan los recortes.

Con la desalación y el Gobierno regional no nos ha ido mejor. El pufo de 600 millones de la desaladora de Escombreras, la que Valcárcel promovió mientras decía que las del Gobierno central no servían, creo que tendría que ser una muestra de la incompetencia de la gestión frente a los ciudadanos, pero aquí el lema se convierte en Manta para Todo. La pancarta oculta la deficiente gestión en este aspecto, como en otros, pero no solo eso, porque 600 millones darían para subvencionar hasta 2027 mucha agua desalada que el Gobierno regional no quiere que fluya. Cualquiera diría que necesita, en esta guerra, la carne de cañón del agricultor desesperado sin otra salida que no sea la eterna lucha política por la acequia más disputada a este lado del Mediterráneo.

No solo para aquí, porque sigue. La deficiente regulación de los regadíos, que ya es difícil que se te escapen del control casi nueve mil hectáreas de regadío ilegal en el Campo de Cartagena, o sacar pecho de lo bien que gestionamos y depuramos el agua cuando uno de los acuíferos más contaminados de la UE está en Murcia o se produce un comercio ilegal de agua entre Lorca y Pulpí, mientras se abandonan, porque no se pueden comercializar, extensiones de lechuga o melón que no tienen ninguna pinta de ser regadíos modernísimos o en zonas tradicionales de regadío como el Altiplano.

Esos 600 millones, estoy seguro, habrían servido para optimizar y ampliar las desaladoras existentes, para invertir en I+D de desalación o para encontrar una solución al filtrado del boro, por poner ejemplos al azar de los muchos que seguro hay en la mejor tierra del mundo con los mejores regadíos del mundo de los mejores agricultores del mundo que claman por el agua cuando gobiernan unos y callan, complacientes, cuando gobiernan otros.

Así que sí, por nuestra grandísima culpa los traidores a Murcia somos los que no comprendemos que el problema del agua no se haya solucionado ya. Y quizás, rumiamos, porque no interesa.

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