La Opinión de Murcia

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Santiago Delgado

De vuelta

Santiago Delgado

Dejad vivir al barrio del Carmen

La actual municipalidad murciana ha dictado un decreto por el que el Puente Viejo, el de Piedra o de la Virgen de los Peligros, ha de quedarse para peatones y transportes públicos. Tal arbitrariedad es imponernos a la totalidad de la ciudadanía su idea de lo que es la ciudad. Y si no nos gusta nos aguantamos, que para eso tienen la mitad más uno de los votos; sea efímera esa mayoría o no. Harto de ver los carriles bus taxis desiertos rato y rato, y las correspondientes colas de coches, al lado, quemando y quemando gasolina en filas interminables, ahora nos viene esto: no sé qué cosa intermodal y chuliguay de ciudad progre y avanzada. Porque ellos no tienen que consultar a nadie, ni a nada. Lo público y lo ecologista, ante todo, caiga quien caiga. Lo público y lo ecologista según ellos, claro.

Su misión en la vida es salvífica. Es la primera vez (piensan, dicen y ejecutan) que llega al poder lo definitivo del mundo mundial, definitivo e inobjetable. Es como si unos poderes públicos, confesionales y católicos, obligaran a todos, rojos y azules, a oír misa todas las mañanas, para poder cobrar a fin de mes. Es una obligación ideológica; no una obligación de necesidad evidente urgente y primaria. Es un capricho ideológico, que debe ser aceptado por todos. En primer lugar, por los comerciantes del Barrio del Carmen, los sacrificados.

En realidad, es un dictado de la Tecnocracia. La Tecnocracia socialista que se expande desde centros de decisión supramunicipales. En cuanto llega el socialismo al poder en alguna municipalidad, allá que se mandan las directrices de lo que hay que hacer, obviando la voluntad popular, que queda camuflada. Es la masacre del individuo. Y es un primer paso de la Agenda 20/30: fuera coches: a pie o en bicicleta.

Y de paso, nos cargamos a unos cuantos autónomos, que son el enemigo número uno de la nación socializada: son gentes que viven de su propio salario. Incomprensible para la ideología colectivizante. Todos ha de ser asalariados. O del Estado, preferentemente, o de una empresa, que ya será socializada. Pero el autónomo escapa a esa dicotomía. Con el estrangulamiento que se pretende practicar al Barrio del Carmen, gran parte de la clientela que nutre tiendas y comercios en ese territorio, desaparecerá, y el paisaje urbano socialista, un Sáhara de calles vacías y tiendas cerradas, llegará a medio plazo. Y, mientras, los carriles bici, los de taxi-bus y otras exquisiteces de la ciudad socialista seguirán teniendo el mismo infrauso que ahora.

¡Viva el Barrio del Carmen libre!

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