La Opinión de Murcia

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Santiago Delgado

De vuelta

Santiago Delgado

Topar y embestir

La Ministra de Trabajo va y dice topar, para referirse a la prohibición gubernamental de subir los precios por encima de lo que ella quiere. Topar no existe en el diccionario con ese sentido. Pero da igual, se entiende. Yo también digo y escribo en la intimidad de las Redes ‘afotar’, que tampoco existe, ni siquiera con otra acepción. Qué largo y fatigoso es decir fotografiar, ¿no? El idioma es libre. 

Si se extiende el uso, la RAE tendrá que añadir el significado al diccionario. Señalar los precios de las cosas es lo más comunista que hay. Esa orden, de ser obedecida, trae el desabastecimiento y trae también el mercado negro de las cosas ‘topadas’. Es como dar una patada a la máquina que no funciona, a ver si así se juntan los cables sueltos que son, sin duda, la causa de la avería, y vuelve a funcionar la santa máquina. El 90% de las veces, no.

Pero, por encima de ser una medida económica (es su pretensión aparente) estamos ante un tic absolutamente comunista: prohibir algo, lo que sea: en este caso los precios por encima de los marcados por el Politburó. Menos mal que, primero, va a tratar de llegar a un acuerdo con lo que, con evidente anacronismo, ella y los suyos, llaman Patronal, que es término que los vuelve mártires de la causa proletaria. Si lo consigue con alguna distribuidora, ya hará lista de las demás, y les mandará a los ‘aflegiores’, que era como en la Huerta de Murcia llamaban a los recaudadores de impuestos.

Salga lo que salga, la ministra del medio glamour lo proclamará urbi et orbi como un gran logro de los Partidos de la Gente. Si para ello tiene que retorcer el lenguaje, lo retuerce, como ha hecho con la Reformita de la Ley Laboral de Rajoy: todo arreglado con sacar a los fijos discontinuos del número de parados. Un señor que trabaja un par de meses al año ya no es parado. El lenguaje está para eso. La Lengua es otra cosa, a la que no parece alcanzar la ministra que digo. Ya inventará. No se preocupen.

Pero lo más importante de todo esto es que se hace desde parte del Gobierno, con oposición manifiesta públicamente por la parte discrepante del Gabinete. Parte disconforme, que ¿oh, sorpresa? son la mayoría, con mucho, del Gobierno. Y no, no hay crisis en seno del Gobierno. Todos adelante hasta enero del 24, cuando el César, una vez asegurado el escrutinio, decrete elecciones. No habrá ni dimisiones, ni ceses. Fuera de la nómina ministerial, es la tundra. 

Pero bueno, la ministra Díaz ha ordenado topar los precios. Embestir hubiera sido palabra más académica.

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