El Gobierno comunista de España acaba de consumar su felonía democrática. Ya empezó Pablo Iglesias amenazando a la Derecha: «Ustedes no volverán a formar parte del Consejo de Ministros». Todos los nombramientos de Sánchez han ido en esa dirección, los tezanos que ha ido colocando en todos los puestos clave del Estado, esos cargos que estaban solamente amparados por la buena fe de los Gobiernos de turno, únicamente trabajan en orden a perpetuar al César Sánchez en la Moncloa. Mientras, el rey no es sino el secuestrado de Zarzuela. Y el PP también está secuestrado por la falsa modernidad del cambio a peor que preconiza este Gobierno. Un Gobierno donde las minorías imponen su voluntad a cambio de seguir apuntalando al monclovita. Un PP, digo, que tiene su principal sueño húmedo en conseguir la gran coalición con el PSOE, como si el PSOE existiera aún. Existe el Sanchismo, que es una opción sin ideología alguna. Es una opción que verá cumplido su objetivo cuando Sánchez sea presidente de la III República Española, asunto programado para esta década.
Pero ahora, en estos días, la tarea de copar el Estado desde el Gobierno se ha consumado con dos hechos: primero, los nombramientos últimos en la empresa Indra, encargada del cómputo de los votos en las elecciones generales. Pronto lo será en todas. Ya se consiguió nombrar al tezanos de Correos, y apartar a la Guardia Civil de la custodia de los votos postales. Ahora, los nombrados no serán sino ‘voz de su amo’ a la hora de confeccionar y computar un voto por correo, que ya lo verán, será masivo. Eso, sin mencionar la entrada de los sucesores de ETA e independentistas catalanes en el CNI y la Comisión de Secretos Oficiales de las Cámaras representativas de este país.
Creo que todo está consumado. En la próxima legislatura, si el proceso electoral ha demostrado la suficiente indefensión ante el fraudulento envite monclovita, vendrá el referéndum de la república y la fragmentación del Estado.
Las causas de fondo son la Ley D´Hont, que provoca la hiper-representación de las minorías periféricas, la inacción de la derecha rajoyana, incapaz de derogar las leyes ideológicas que deja el PSOE siempre antes de irse, la pasividad de la Justicia española, proverbialmente tardía, la avaricia económica vasca y catalana, y el triste gregarismo continuista, y abdicado de toda razón, de los votantes de izquierda moderada, con su irracional fidelidad al voto histórico de su familia o grupo.
Ésas son mis cuentas: Alea jacta est.
