La Opinión de Murcia

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Juan Gaitán

Las horas

Juan Gaitán

Hacer dinero

Una vez entrevisté a un hombre muy rico, probablemente el más rico de su tiempo, al menos en España. Yo era un periodista muy joven, muy inexperto, muy atrevido aún. En un momento de la entrevista le solté la pregunta que llevaba preparada: «Usted, siendo una de las personas con mayor fortuna del país, seguramente no tendrá muchos problemas», a lo que el tipo me respondió, mirándome como desde una atalaya, muy lejos y muy alto, «menos problemas de dinero, tengo los mismos que todo el mundo».

Aunque me dejó un tanto planchado, sin saber qué replicar, no me quedé muy convencido con aquella respuesta porque hasta ese momento, y casi siempre después, la mayor parte de mis problemas han tenido que ver con el dinero, con su carencia, para ser más concreto. Nunca he sido capaz de eso que llaman ‘hacer dinero’. Será que no he tenido ese olfato, esa ambición quizás, ese interés, y me he pasado la vida buscando torpemente un endecasílabo que atraviese los siglos, sin encontrarlo todavía.

Debo confesar aquí que ha habido ocasiones, más de las que puedo recordar, en las que en mi cuenta no había ni siquiera doscientos cuarenta y siete euros. Ya hace tiempo que no convierto los euros en pesetas (costumbre que mantuve durante algún tiempo y que abandoné por higiene mental, porque se daba uno cuenta de que se había multiplicado casi por dos el precio de las cosas sin ningún motivo y se lo llevaban los diablos), pero he hecho la cuenta, no sé si bien, probablemente no, y da unas 47.000 pesetas, que es la miseria que se ha encontrado el juez Adolfo Carretero cuando ha ido a embargar al aristócrata sevillano Luis Medina, de quien se sospechan tantas cosas en estos días por la venta de material sanitario al Ayuntamiento de Madrid en marzo de 2020, durante lo peor de la pandemia, cuando, mientras tanta gente moría a diario, los ciudadanos estábamos confinados y los sanitarios trataban de luchar contra un virus desconocido cubriéndose con bolsas de basura, según sostiene la Fiscalía actuó de común acuerdo con su socio, Alberto Luceño, para obtener un desorbitado e injustificado beneficio económico vendiendo material sanitario al Ayuntamiento de Madrid, parte del cual era defectuoso.

¿Dónde ha ido a parar de repente todo ese beneficio del que solo quedan doscientos cuarenta y siete míseros euros? Quién lo sabe, alguna vez leí que el dinero es un nómada, pero creo que en realidad es todo lo contrario, un sedentario que siempre está en las mismas manos, las de esos que retrató tan bien Léon Blum cuando dijo que para saber la opinión que tiene Dios del dinero no hay más que ver a qué tipo de gente se lo da.

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