La Opinión de Murcia

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Jutxa Ródenas

Erre que erre (rock and roll)

Jutxa Ródenas

Te quiero lejos

Simpathy for the devil

Créanme si les digo que lo he intentado casi todo. He invertido lágrimas, sudor y bastante pasta para aprender a neutralizar el comportamiento y la negatividad que algunas personas aún ejercen sobre mi. Suerte que son pocas, porque gestionar sus estrategias es demasiado costoso. Cuando conocemos a alguien, nadie nos advierte de que esa persona será motivo de lloros y pesadillas, está claro que tampoco tenemos una luz intermitente que alerte a los demás de nuestro grado de toxicidad. Pero si te toca la china, no veas cómo fastidia. Y, claro, en un mundo plagado de incertidumbre, tornadizo casi siempre a normalizar el caos, ponte tú a llorarle al vecino porque fulanita te molesta, aunque haya veces que no proceda eso del buenismo si te la estás jugando con un ente famélico de bondad, gente con una capacidad desbordante para robarnos la energía, dañarnos emocionalmente y escupir sobre los demás una gran dosis de cinismo y dolor cómo si de una víbora desbocada, camuflada en su arrogancia se tratase.

Y los demás, sus víctimas, ni siquiera podemos cambiarnos de acera, mirar hacia otro lado o despegarnos de su manto de engreimiento porque desgraciadamente, saben que forman parte de tu vida, tu trabajo, tu familia o tu existencia.

Convivo desde hace años con personajes a los que jamás les deseo un buen día, su nivel de soberbia y egoísmo daría para que Pandora se montase otra tragedia, para que Antígona nos deleitara de nuevo desobedeciendo leyes, irreverente, con la excentricidad sin tocar. Hay mujeres así... Hay hombres así.

Perdónenme la cautela de no señalar con nombres, dicen que a buen entendedor sobran palabras. Y yo para ser juzgada de adoradora de píldoras endemoniadas ya me pongo a Los Stones contando ideas de Baudelaire y plasmando las mismas en su mítica Sympathy for the Devil (Beggars Banquet, 1968); prefiero en esto pecar de terrenal, cual Dolly Parton sacando garra mientras a golpe de guitarra y con la dignidad algo tocada es capaz de pedir a una igual que pare el juego de la deslealtad. Que si bien no es el caso, creo que jamás pelearía con otra por la atención de un tipo, pero cabe decir que es cierto que todas y cada una de las moscas muertas a pie de calle, lo han sido siempre rozando el límite de la vulnerabilidad en relaciones pasadas. Y no andamos ya en los veinte para encontrar un compañero sin ex o amigas especiales, pero tampoco es plan de convivir con su esencia de manera vitalicia.

Y el que no sume sea eso, pasado, sin más interés ni compromiso que alguien que una vez asomó por nuestra vida para no quedarse.

Música que escucho mientras escribo: Sympathy for the Devil,  Rollings Stones

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