Opinión | De vuelta

Las tres soberanías perdidas

Es obvio que las políticas globalistas de las últimas décadas mantenidas por los políticos españoles en el poder han abocado a tres desastres en los tres ámbitos de la realidad más importantes. Y digo más importantes porque los ámbitos asistenciales, Educación, Sanidad y Presupuesto Social, dependen de que las tres soberanías que digo vayan bien, pues son sustentadas por éstas, que son: Economía, Energía y Ejército. Sí, Ejército, aunque sea ir a contracorriente de lo políticamente correcto, algo, esto último, que huele a pensamiento saliente. El Ejército significa tecnología, el submarino Isaac Peral de ejemplo, y distribución de riqueza, atención a los compromisos internacionales y efecto de disuasión efectivo –siempre necesario, hacia vecinos que no gustan de obsequiarnos con su amabilidad. Hay que superar ampliamente el 2% del PIB en gasto militar, que es numerario que revierte considerablemente en el Estado.

La Economía está gravemente dañada por el déficit del Estado, un Estado más ocupado en recaudar y subsidiar que en repartir prosperidad. La prosperidad hace libre a las personas, y procura más recaudación al Estado, como se ha demostrado en Andalucía, tras el Sociatazo. Una meta inmediata sería terminar con ese 120% de gasto sobre lo que se recauda actualmente. Y eso se logra, dicho está, repartiendo prosperidad y eliminando gastos ideológicos, lastre presupuestario con pretensión de cambiar los hábitos cotidianos de la ciudadanía.

La soberanía energética requiere volver, parcialmente, a las nucleares y al carbón. Sí, nucleares y carbón. Haber otorgado preeminencia, por ideología, que no por ninguna otra causa, y menos científica, al gas (ajeno) y a las renovables, ha conducido a la postración actual del país. El cambio climático es de ciclo natural. El ser humano debe luchar contra el hecho de que ese cambio se intensifique, pero no puede evitarlo. Las manchas solares, los movimientos de la Tierra y los volcanes son actores tan importantes, o más, en la evolución de la atmósfera como la especie humana.

Volviendo a la energía hidráulica, y acompañándolo de carbón, nucleares y renovables (estas últimas poco fiables de regularidad) se obtendría la soberanía energética en un porcentaje muy sano para la economía y la financiación de los deberes asistenciales del Estado.

Dado el nivel de deterioro de las tres ‘E’, Economía, Energía y Ejército, yo aventuro algo más de dos legislaturas, desde que se empezase, para lograr ese nivel adecuado. Un nivel que nunca rayaría en la autarquía. Unos gastos que habría que perseguir también, son los derivados de una obesidad innecesaria de las autonomías, necesarias e irreversibles, pero no irreconducibles. Hay mucho gasto vano en duplicidades y en ostentación de modernidad e identidades hipertrofiadas.

Sí, ya sé que esto le parecerá a más de uno como caso de arbitrismo, tipo todólogo. Pues muy bien, así sea. Pero, advierto. ‘eppur si muove’. España no puede seguir optando a la esquina última de la fila de atrás de los protagonistas de Europa.

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