Opinión | Tribuna libre

Antonio Martínez Nieto

El Estatuto, a la basura

El proyecto de nuevo Estatuto para la Región de Murcia va a ser retirado del Congreso de los Diputados. La excusa es el desacuerdo del PP con los contenidos insertados por el PSOE y los comunistas en su tramitación parlamentaria. Pero ese pretexto no puede tapar la trampa mortal que contiene para todos los murcianos y las instituciones de la Comunidad Autónoma.

El Estatuto es un engendro ideológico que obliga a poner todo el dinero del contribuyente al servicio de los postulados de la nueva izquierda: la ideología de género, el terror climático, la memoria histórica, la expansión de la burbuja burocrática, el efecto llamada para inmigrantes ilegales, la desalación a cambio del trasvase, la cancelación de nuestras creencias, y la extinción las formas tradicionales de ganarse la vida trabajando en la Región de Murcia.

Nunca olvidaremos que ese panfleto-estatuto fue aprobado por unanimidad de las fuerzas políticas de centro-izquierda presentes en la Asamblea Regional en 2019. Con Vox hubiera sido imposible un acuerdo tan repugnante, como ahora se ha demostrado en el Congreso de los Diputados. Vox no da su consentimiento a un Estatuto federal y liberticida que quiere convertir la gandulería y el eco-feminismo en el modelo estándar de comportamiento para los ciudadanos de esta Región.

El Estatuto comienza sometiéndose al dictado de las agendas mundialistas y dice que la ‘verdadera esencia’ regional está en su apego a la burocracia europea. Afirma que los poderes del Estatuto emanan del pueblo murciano y se permite el lujo de ‘otorgar’ derechos nuevos, en formato de obligaciones de gasto público, poniendo el presupuesto regional al servicio de un igualitarismo de resultados completamente suicida. Los nuevos derechos de cobro, subvenciones a colectivos y pagas por no trabajar son frivolidades que solo rentabilizan los políticos aprovechados con sueldo y poltrona.

que astutamente ha colocado su ideario político como artículos de obligado cumplimiento. La perspectiva de género, el hecho diferencial autonómico, el activismo climático, el odio a un supuesto machismo-patriarcado estructural, la educación afectivo-sexual en las aulas, el entramado de gastos que alimentan el parasitismo social, el fomento de las peculiaridades lingüísticas regionales, el blindaje de los chiringuitos, el incremento de cargos inútiles, e incluso la obligación de tener una política exterior propia, igual que las regiones separatistas.

Todo ese paquete de gasto ideológico lamentable, junto con la propensión al endeudamiento y la subida de impuestos para poder pagarlo, es el saldo de los nuevos derechos que el flamante Estatuto concede a la Región de Murcia. Los promotores han cometido la desfachatez de afirmar que estamos ante la gran norma básica para la modernidad del siglo XXI. Pero el Estatuto se ha quedado en la gran alegría de los rojos, que han visto su guerra ganada con esta mala traducción al panocho de la Agenda 2030.

El Estatuto es antidemocrático porque secuestra las posibilidades de la Asamblea y el Gobierno regional, y los mete en el zulo regulatorio de un proyecto que se presenta como evolución del bienestar hacia las preferencias de un colectivismo más inclusivo y sostenible. La derechita ingenua y cobarde se ha tragado todo el módulo y ahora tendrá que responder, por no tener ni idea de cómo defender a los murcianos frente a la cancelación de la identidad nacional y el borrado de la dignidad personal que contiene el Estatuto.

exigiendo la participación autonómica en los órganos decisorios del Estado y reabriendo la guerra entre regiones por un recurso escaso que no podemos regular al margen del plan hidrológico nacional. Y además, el Estatuto comete la ingenuidad de mencionar el trasvase junto la desalación conforme a la regla de la sostenibilidad, ignorando que esa fórmula funciona como anatema, que impide desarrollar cultivos y otras actividades que se reputen ‘insostenibles’ por los santones de la religión climática, es decir, queda excomulgado por insostenible todo desarrollo que no se base en recursos propios o dependa de aguas procedentes de otras cuencas.

El Estatuto es un pesebre para las oligarquías ventajistas y la garantía para perpetuar la pobreza en la Región de Murcia. Solo sirve para degradar la educación, estigmatizar la creatividad, anular la innovación, eliminar la agricultura y agredir al turismo con alarmas climáticas.

Las emergencias inventadas por el Estatuto para agrandar el poder político en detrimento de la libertad individual y la propiedad privada, estropean el derecho autonómico con regulaciones absurdas, redactadas conforme a la ideología y lenguaje del neo-comunismo. Por todo esto el Estatuto debe ir a la basura. Pero no podemos olvidar a los partidos que lo han aprobado, porque los tenemos atrapados en su verdadero programa de gobierno para esta Región.