Bueno ¿qué? ¿Cómo llevamos las fiestas? ¿Y las resacas? ¿Y las digestiones? La sal de fruta va muy bien, me comentan. ¿Anoche qué tal? ¿Os juntasteis muchos? ¿Se le hinchó la vena al tío Nicasio cuando salió el tema del feminismo? ¿Y la lotería qué? Este año en Murcia no ha caído casi ná. Bueno, bueno. Ha estado muy repartido. Al menos tenemos salú.

Ya intercambiados los topicazos navideños de rigor, entramos en materia. Mucha, mucha materia. ¿Sabes a quién le ha tocado el Gordo este año bien tocado? A PAS. Y un día antes. El jueves pasado quedó absuelto de la causa abierta contra él en el 'caso Pasarelas', y si queréis que la digestión os vuelva a dar problemas (ahora que la teníais encarrilada con la sal de frutas) podéis investigar un poco las piruetas procesales que ha seguido su expediente, de juzgado en juzgado, hasta este desenlace.

Resumiendo: nuestro expresidente se ha beneficiado tanto de la llamada 'Ley Berlusconi', que diseñó su partido cuando tenía la mayoría absoluta (y que acorta los plazos de prescripción de los delitos de corrupción política), como de la saturación de los juzgados murcianos (los segundos más atascados del país), que ha provocado que el recurso de la fiscalía contra la absolución se presentase dos días tarde. También le han ayudado lo suyo la relajación de la titular del juzgado de instrucción correspondiente, el cambio de sección de la Audiencia Provincial encargada de resolver sus recursos y, por decirlo un poco todo, las 58 veces que PP y Ciudadanos han bloqueado la propuesta de derogación de esa 'Ley Berlusconi' que tantas alegrías le está proporcionando a Pedro Antonio.

Aunque los grandes medios no suelen hablar de esto, los españoles llevamos una década señalando a los partidos y sus corruptelas como nuestros principales problemas, solo por detrás del paro (31,3% y 29,4% de encuestados por el CIS los señalan entre las tres peores lacras del país, frente a por ejemplo el 9,7% de afectados por la independencia de Cataluña o el 8,9% que responde que la inmigración).

No está claro que tuviesen esto muy en cuenta en el PP murciano cuando salieron a exigir, por boca de su secretario general, Miguel Ángel Miralles, que le pidiéramos perdón a Pedro Antonio. A Pedro Antonio, en ese momento, lo visualizábamos más bien con un matasuegras en la boca y descorchando champán en la puerta de la Administración.

¿De qué Administración, de la de lotería o de la de justicia?

Pues esa es la madre del cordero, que la justicia que se administra a nuestra sobrecogedora clase política se parezca a un sorteo del Gordo donde la prevaricación será castigada o no dependiendo de la saturación del juzgado, las afinidades políticas del titular, la sección donde cae el recurso o el cómputo de días hábiles.

Y aún hay algo peor a que la justicia parezca el bombo del Gordo: la sospecha de que también este bombo pudiera estar amañado, que el primer premio con la serie y la fracción que le acaba de tocar a PAS huela peor que los que ganaba Carlos Fabra en Castellón. Escapar a la justicia gracias a esa reforma de la LeCrim que llamamos 'Ley Berlusconi' (y que PP y Ciudadanos siguen empecinados en mantener en vigor) no nos anima precisamente a pedirle perdón al expresidente. Tampoco a recuperar nuestra confianza en estas instituciones.

Después de eso, ¿quién se va a creer tanto pacto anticorrupción como anuncian nuestras derechas siempre que asoman urnas en el horizonte? Me recuerdan a las sales de frutas. Entre tú y yo: no sirven para nada, ¿que no?