Dice el refrán que 'cada día tiene su afán', y es totalmente cierto, ya que cada amanecer nos sorprende con una nueva historia, una nueva salida de pata de banco o un nuevo concurso en el que se compite por ver quien dice la tontería más gorda.

Hace unas fechas que ha tomado posesión de delegado del Gobierno en la Comunidad de Murcia Diego Conesa (quiero reprocharle al anterior delegado, Francisco Bernabé, que no acudiese a su relevo); en su primer discurso el nuevo delegado habla de dos apuestas fundamentales: la mejora de la red ferroviaria de cercanías y la recuperación integral del Mar Menor. Pregunto: ¿por qué no se llega, entre los partidos políticos, a un acuerdo firme de dejar las cuestiones técnicas en manos de profesionales para llevar a buen puerto todo lo concerniente a comunicaciones y, en definitiva, a la naturaleza? Y que se comprometan a poner en práctica, sea el Gobierno que sea, las soluciones que los técnicos propongan. Digo esto porque, según apuntó Pedro Saura, secretario de Estado de Infraestructuras, Transportes y Vivienda del ministerio de Fomento, ahora hay que estudiar los expedientes, se tiene que tomar constancia de ellos, convocar las comisiones correspondientes; si llega el caso, convocar el concurso pertinente para proceder al arreglo. En dos años como máximo hay nuevas elecciones generales y en un año, municipales y autonómicas. Esto quiere decir que los Gobiernos respectivos serán los mismos o cambiarán, con la consiguiente catarata de nombramientos de nuevos responsables. ¿Volveremos a que hay dos apuestas fundamentales? De esta forma y manera el Mar Menor, por ejemplo, se convertirá en Mar Muerto II. Seamos serios. No jueguen a ser políticos, jueguen a ser servidores públicos. Recuerden que cobran del pueblo y a él se deben. Las fotos, los discursos y toda la pompa quedan muy bien pero no hacen que los trenes vayan mejor ni que el Mar Menor se convierta en un mar de aguas límpidas.

Otra cuestión que me alarma es el uso que se hace de la Policía. El anterior delegado consideraba incuestionable su presencia en las vías del centro de la ciudad de Murcia. Sin embargo, con el nuevo esa presencia no es menester. ¿Me lo aclaran, por favor?

Leo en estos días que, un iluminado, llamado Jesús Arroyo, en un mensaje de Twitter, escribe: «Lamentable que siga habiendo en España un símbolo de la mayor represión que ha existido en nuestra Historia. Ruego difusión para que el Gobierno derribe de una vez el acueducto [Segovia] de los opresores romanos». Recordatorio para los que sientan la tentación de seguir a este individuo: El acueducto llevaba agua a la ciudad de Segovia. Su construcción data de principios del siglo II d. C. a finales del reinado del emperador Trajano o principios del de Adriano. En 1884 fue declarado Monumento Nacional y en 1985, Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Si esta columna fuere leída por Jesús Arroyo me gustaría que me explicase a qué se debe ese subidón para solicitar el derribo del acueducto.

Hay que tener mucho cuidado con las cuestiones que se manejan en la Ley de Memoria Histórica, ya que pueden convertirse en auténticas tropelías que no puedan corregirse. Es por esto que solo me fio de las memorias que alguien; una persona anónima, sin ningún tipo de lucro, ni de sentar cátedra, ni de manipular conocimientos y opiniones, sólo por el placer de testimoniar a los más íntimos sus vivencia. Hace poco más de una semana presenté en el Casino de Cartagena el libro Cruzado González, Miguel. 2018. Memorias del abuelo, editorial Tres Columnas. Pura delicia por conocer de primera mano los recuerdos de su juventud en la ciudad portuaria, sus esfuerzos por formarse, sus jornadas de trabajo, sus dos entradas en la 'mili', una por cada bando. Sus padecimientos en la Guerra Civil española. Eso es memoria, mucho de lo demás es manipulación.