El mejor ´Miguel Ángel Cámara´ volverá a interpretarse a sí mismo en próximos telediarios a cuenta del juicio que se celebrará a partir del 13 de noviembre por la contaminación del río Segura. Se trata de una denuncia que puso hace 18 años IU, que en esa época tenía en sus filas a Concha Hernández, una de las concejalas más guerrilleras de la izquierda murciana que le buscó las cosquillas al gobierno del exalcalde y, sobre todo, al entonces edil de Urbanismo, Ginés Navarro, que años después acabaría distanciándose del regidor municipal. Ambos coincidirán en la vista, a la que asistirán como testigos. Pero sin duda la declaración que aportará más morbo es la de Cámara que si no cambia el guion dirá prácticamente lo mismo que en su primera declaración como testigo, realizada hace lustros. Y en ese momento es en el que interpretará al ´Cámara´ más genuino y previsiblemente echará balones fuera. Dirá que no sabía nada de la contaminación del río, como si desde su despacho no viera el cauce o las sábanas que en su momento colgaron los vecinos pidiendo que se acabaran los olores.

Tendrá a mano el mismo argumento de siempre, que no es otro que culpar de todos los males a los técnicos. En el caso concreto del Segura, esa figura está encarnada por el que fuera gerente de Aguas de Murcia, José Luis Hervás, protagonista sin quererlo de un juicio al que irá como imputado. El que fuera alcalde conocía la trascendencia de la denuncia que puso IU y se dedicó a ponerse de perfil. Incluso utilizó al entonces secretario municipal (ya fallecido) para convencer a Hervás de que asumiera la defensa pública y ante la prensa de las actuaciones que estaba llevando a cabo el ayuntamiento capitalino para acabar con la contaminación. Es decir, le obligaron a comerse el marrón ante los ciudadanos, actuación que le ha llevado al banquillo. De lo contrario, al igual que está encausado el exalcalde de Alcantarilla Lázaro Mellado, también los estaría Cámara.

Dicen las malas lenguas que tampoco la formación de izquierdas jugó una partida limpia y que aprovechó que arrancaba la precampaña electoral para interponer la denuncia. Afirman además que esperó a que estuviera de guardia una jueza que vivía en el río y que a diario tenía que soportarla pestilencia. La tormenta perfecta. Por nadie pase.