Ver a Susana Griso y a Ana Rosa Quintana a pie de calle ejerciendo de reporteras, a pie del escenario donde se ha producido el brutal atentado de Barcelona, me despierta dos sentimientos hermosos, a pesar de la tristeza que late dentro de mi. Por un lado, un sentimiento de envidia. Si, envidia de esa que se arregla con nombrarla sana. ¡Lo que yo daría por estar ahí, informando, aportando datos! En serio, me encantaría estar pringada y con las manos en la masa. El otro sentimiento es de reconocimiento a la labor que tantos y tantos profesionales de la información hacen diariamente para mantenernos informados, y que en el día a día no se ve, pero cuando sucede una desgracia como esta, ellos son una pieza fundamental para tenernos informados e incluso para esclarecer los hechos. Ser periodista es tener un don invisible pero que, cuando lo tienes y disfrutas teniéndolo, puedes sentir incluso envidia de los compañeros que tras los primeros minutos de un suceso se tiran a los pies de los caballos. Por eso es bueno que fluyan los medios de comunicacion, que las plumas tengan tinta y los micrófonos voz. ¡Merece la pena cuidarnos!