La teoría general de la norma nos enseña que un precepto se caracteriza por una estructura semejante a la de una oración, pero en lugar de sujeto y predicado, hemos de hablar de supuesto de hecho y consecuencia jurídica, v.gr. quien matare a otro será condenado por homicidio a la pena de prisión. Esto fue así, hasta que el glamuroso Gobierno de Zapatero decidió que no podía permitir que sucedieran casos semejantes al de la CAM que, gobernada por la derecha levantina, quiso además ser levantisca. No pienses, paciente lector, que reduzco el tema a un pulso político, si acaso ha dado esa impresión, pues después de dar la alternativa a Rajoy, fue éste el encargado de darle matarile a la caja de ahorros.

Ya en tiempos de la mayoría absoluta del PP, nuestro primoroso legislador aprobó la ley 9/2012 que decía así: «Cuando una entidad de crédito€ incumpla o existan elementos objetivos conforme a los que resulte razonablemente previsible que no pueda cumplir con los requerimientos de solvencia, liquidez, estructura organizativa o control interno, pero se encuentre en disposición de retornar al cumplimiento por sus propios medios, sin perjuicio del apoyo financiero público excepcional€ el Banco de España podrá adoptar€ la reestructuración y, en su caso, la resolución de la entidad». Consistía ésta en un procedimiento sumarísimo de liquidación de una entidad financiera cuando se considerara inviable o fuera previsible su inviabilidad y, por razones de interés público y estabilidad financiera (criterios objetivos, como todos sabemos), resultara necesario evitar su liquidación concursal. Y así, de un plumazo, dejó de existir la estructura normativa que antes expliqué. Supuesto de hecho: cuando la autoridad considere que un banco se va al garete; consecuencia jurídica: lo interviene y lo resuelve.

Y después de inyectar incontables millones de euros el Banco CAM, fue ´subastado´ y ´vendido´ al Banco Sabadell por el precio de un euro. La subasta en realidad estaba restringida, de manera que, amable lector (que sin duda hubieras estado dispuesto invertir conmigo el precio de este periódico que lees ahora, superando la oferta catalana), ni siquiera se nos dio la oportunidad de ser dueños ahora de una extensa red de oficinas, de un patrimonio inmobiliario inmenso, convenientemente amortizado, además de una plantilla de trabajadores muy especializada (curiosamente sólo contabiliza como pasivo), que mantuvo gran parte de la cartera de clientes y que llegó a convencer a los preferentistas para que aceptaran canjes de sus participaciones perpetuas muy ventajosos para los nuevos jefes, a los que ahorraron más de un pleito y cuantiosas costas.

Mas la historia de las subastillas bancarias no acabó ahí. El Banco Popular duró tan sólo una noche. En un procedimiento aún más sumario que la CAM y orquestado desde la UE, fue vendido al Santander por el mismo precio. Luego salió el gobernador del Banco de España, con sus ínfulas de gurú de la economía financiera mundial y nos explicó que el que otrora fuera el banco más rentable de Europa se fue al traste en 48 horas. ¡Qué añoranza del gran Greenspan, verdadero artífice de la crisis de la que aún no hemos terminado de salir! ¿Y dónde queda la norma y el procedimiento legal? ¡Bah, sólo conceptos trasnochados! ¿Qué es el Derecho sino un estorbo para la gobernabilidad? Para las entidades financieras, mejor organizamos logias a la manera decimonónica, donde el gran maestre decide en juicio sumarísimo y organiza una rifa entre sus acólitos para que no parezca una plutocracia. ¡Ah, aquellos tiempos del sindicalismo beligerante! Quien más pierde en estas lides, aparte de los accionistas y titulares de bonos, son los empleados de la entidad que saquen la pajita corta.

Pero al margen de esos rumores sobre retiradas de depósitos de algunas Administraciones públicas y la Seguridad Social (pelillos a la mar) días antes de la venta fulminante, hablemos de la compraventa con precio irrisorio. En la teoría civilista es un negocio simulado, lo que consiste en aparentar la celebración de un contrato (simulado), por ejemplo la compraventa, para encubrir otro (disimulado), como la donación. En el juego de los naipes marcados, es importante la aplicación de criterios contables, ratios y algoritmos, de manera que determinemos arbitrariamente el valor de lo transmitido. Y así, ¡ale hop!, tenemos efectivamente al banco más rentable, sobre todo para quien se queda por él por un euro. Porque, si aplicamos otros criterios, entonces resulta que el BMN es comprado por Bankia en 825 millones de euros cuando algunas valoraciones llegaban a los 1.500. No termino de entender por qué Goirigolzarri no pujó un par de euros por el Popular. Tal vez por aquello que pedía un mendigo en las cuatro esquinas murcianicas en época de la burbuja inmobiliaria: ¡un ladrillo por un eurillo!

¿Recuerdas, lector, aquella canción de Mary Poppins? «En el Banco siempre aumenta el capital, ¡es normal! Hay que saber hacer fortuna, cuesta poco empezar», y por dos peniques uno puede ser propietario de trenes en África, saltos en Brasil, muchos trasatlánticos, canales donde se cobra por pasar, plantaciones inmensas de té, ¡por dos peniques! Y los niños querían gastarlos en dar de comer a las palomas.