Putin es un gobernante cruel, sin piedad, que manda bombardear a civiles, hospitales y a todo lo que se ponga por delante; ha ordenado asesinar a periodistas, ha encarcelado a sus críticos con falsas pruebas, no tiene escrúpulo alguno. Ya hay un gobernante en sintonía con él, Trump. Los máximos dirigentes de los dos países más poderosos del mundo, junto a China, suponen un varapalo para la vida, para los Derechos Humanos, para el medio ambiente. Malos tiempos para el planeta. La diferencia es que Trump está mucho más condicionado que Putin, que ejerce un poder absolutista, y tal vez en las formas de cara al exterior: Putin mata y se hace el tonto y Trump se hará el listo. ¡Qué lástima de humanidad!