El refranero propular viene como anillo al dedo para resumir lo que ha hecho el ministerio de Sanidad, y tras él las comunidades autónomas, con la vacuna de la varicela. Hace dos años se decidió retirar su venta de las farmacias porque, argumentaban, era contraproducente. Y los argumentos no convencían a casi ningún pediatra, ni a infinidad de padres y mucho menos a los farmacéuticos. Ahora, dos años después, estamos en trámites de que esta vacuna se administre de forma gratuita entre los recién nacidos y desde el Ministerio se lanzan mensajes que argumentan que lo de antes estaba bien y lo de ahora, está mejor. Bienvenido sea este cambio de criterio si va a evitar una enfermedad a los pequeños que puede llegar a complicarse mucho en casos excepcionales. Bien está lo que bien acaba, aunque me cuesta un poco entender cómo sobre esta cuestión se puede pasar de no permitir su venta a darla gratuitamente. ¿Soy mal pensada si creo que hay algún interés económico detrás?