Seguramente no haya nadie interesado en política exterior al que, entre tanta noticia del concejal Zapata y algún que otro pacto de C´s, se le haya escapado la recién presentada candidatura de Jeb Bush a la presidencia de EE UU por el Partido Republicano (obviando, claro está, la ocurrencia de Donald Trump de anunciar que él también se presenta para volver a tener un minuto de gloria mediática). Volviendo a Jeb, hijo y hermano de expresidente, consiguió para George W. la mayor victoria jamás perpetrada por un candidato conservador en lo que a voto latino se refiere. Esto fue en gran medida gracias a su posición como Gobernador de Florida y su apoyo a jóvenes promesas exiliadas cubanas como Marco Rubio, del que hablaremos después. La candidatura de Bush acentúa aún más la emoción de las primarias que el próximo año enfrentarán a los múltiples candidatos republicanos, de cuyo resultado obtendremos al contrincante de Hillary Clinton.

Haciendo un repaso por los candidatos conservadores, a la figura de Bush tenemos que sumar la de Rand Paul, candidato libertario y senador por Kentucky; Ted Cruz, del ultraconservador Tea Party y senador por Texas; Ben Carson, ídolo nacional por ser el primer neurocirujano pediátrico que separó a dos siameses unidos por el cerebro; y, por último, Marco Rubio, senador por Florida y candidato más joven de la terna.

Pese a que falte aún prácticamente un año para las elecciones primarias, todos los medios de comunicación hacen sus cábalas respecto a quién será el vencedor de entre los candidatos, teniendo en cuenta tanto su apuesta ideológica como sus habilidades/características personales y sus puntos fuertes respecto a la candidata Clinton. Trataremos de esbozar en las siguientes líneas las posibilidades reales y la conveniencia del éxito de cada uno de ellos.

Comenzando por el propio Jeb Bush, su ideología conservadora se ha ido relajando en el ámbito social con el paso de los años. Desde discursos absolutamente homófobos en los 90, con declaraciones tales como «no podemos equiparar la sodomía al país o la religión», hasta ser uno de los precursores de los derechos civiles LGTB en el partido republicano, Jeb Bush se caracteriza por ser un referente ideológico de la renovación de ideas conservadoras en el seno del partido. La tradición personal de su familia juega a su favor, sobre todo en un contexto de hartazgo social de la Administración Obama que hace recordar a tiempos pasados de otros Bush en el poder. En lo referente a Hillary Clinton, supondría el contrapeso ideal al nepotismo (esposa de expresidente vs. hijo y hermano de expresidente), con el aliciente de que la sociedad norteamericana considera a Jeb el más inteligente de la familia Bush y a Hillary la más ambiciosa de los Clinton (que no necesariamente la más hábil).

Continuando por Rand Paul y Ted Cruz, el primero es el candidato libertario del partido (reducción al máximo del Estado y los impuestos), mientras que el segundo es el Sarah Palin de estas elecciones (ultraconservador y democristiano). Resulta bastante improbable que alguna de estas candidaturas tenga éxito, puesto que la radicalidad de sus posiciones sería un desastre en la pugna electoral frente a Clinton.

Ben Carson, por su lado, es otro de los favoritos. Neurocirujano pediátrico, afroamericano e ídolo nacional por sus habilidades profesionales. Es el menos político de todos y su campaña se basa en reclamar regeneración en todos los aspectos, incluyendo la profesionalización eterna de los políticos. Su mayor problema es su inexperiencia y sus pocos apoyos en el seno del partido frente a los infinitos en el exterior, lo que producirá muchos inconvenientes en el desarrollo de su campaña. Respecto a sus políticas, se basan en el catolicismo conservador en lo social y liberales en lo económico. Respecto a Hillary Clinton podría ser un gran candidato por contrastes (política profesional vs. reconocido profesional de prestigio / mujer vs. afroamericano).

Por último, Marco Rubio fue la sorpresa en la terna. Todos interpretaron su movimiento como una forma de forzar a Bush a considerarle en su ticket presidencial, convirtiéndose así en vicepresidente de su mentor político. Rubio es un candidato joven, atractivo, hijo de exiliados cubanos y muy crítico con la actual Administración Obama respecto al desbloqueo comercial a la isla. Tiene buena prensa, pertenece a un grupo minoritario y sus ideas conservadoras son más centristas que las de la mayoría de sus competidores. La cuestión fundamental con Marco es que, como no se presentó tanto a ganar como a forzar una unión de candidaturas, su campaña ha sido mucho más sincera y relajada. Y eso, en un contexto como el actual en el que la política impostada parece el peor de los errores de campaña, le ha valido para convertirse en el terror de los Clinton. Si bien su posición en el partido es más débil que la de sus competidores (puesto que su padrino político, Bush, también compite), lo cierto es que la sociedad norteamericana anhela su forma de hacer política, sus ideas y su defensa de los valores tradicionales del país en un punto en el que, por primera vez en la Historia, un latino tiene serias opciones de convertirse en presidente de EE UU.

Si en política un día es un mundo, un año es prácticamente una eternidad. No sabemos cuántos escándalos sacudirán a los candidatos ni cómo se desarrollarán los debates y los programas. Al menos sabemos que, pase lo que pase, el panorama político actual poco tiene que envidiar al de House of Cards o Juego de Tronos. Y si no, al tiempo.