Twitter es un pájaro dorado con alas de plomo. En 14 caracteres: no es rentable. Los resultados del primer trimestre del año de la popular red de microblogging han caído como un jarro de agua helada en el horno de Wall Street y su valor se ha deshinchado un 18%. No importa que el número de usuarios activos siga creciendo y haya pasado de los 288 millones del último trimestre de 2014 a los 302 millones actuales. A los accionistas esos datos no les pueden hacer felices porque en la moqueta financiera hay demasiados costurones: 147 millones de euros de pérdidas en solo tres meses, es decir, casi un 23% más. El modelo de negocio ni está ni se le espera. Y eso desespera a quienes quieren resultados ya. Encima, las previsiones en los despachos de Twitter no son precisamente optimistas para lo que queda de año, de ahí que la cabeza del carismático consejero delegado, Dick Costolo, empiece a estar cuestionada porque la falta de confianza en la monetización de esa masa de usuarios activos no acaba de llegar, y son ya nueve años de historia.

Costolo y los suyos no se han quedado quietos y en 2015 muestran una mayor actividad en cuanto a nuevas estrategias se refiere que durante el gris 2014. Ha comprado la empresa de marketing tecnológico TellApart y ha llegado a un acuerdo con la plataforma de publicidad online DoubleClick de Google para mejorar la ubicación de los anuncios y los botones de compra en la red de redes. Y su aplicación Periscope está teniendo, al menos de momento por aquello de la novedad, buena acogida al facilitar la retransmisión de vídeo en directo desde el teléfono inteligente, aunque sea a costa de poner de uñas a la industria audiovisual: como se demostró en el pasado 'combate del siglo', puede convertirse en una nueva vía de piratería masiva. El acuerdo con Google tiene, según los analistas, un aspecto no desdeñable de cara al futuro, puesto que son muchos los que sostienen que, como hizo Facebook con Whatsapp, sus destinos podrían estar irremediablemente unidos: Twitter posee un filón de oro en los datos de usuarios y el buscador de buscadores necesita ampliar horizontes y ganar en influencia en el área social.

Twitter se enfrenta, además, a un problema de imagen que, como ha reconocido el propio Costolo, no sabe aún cómo resolver. La proliferación de trolls que convierten la red en un campo de minas con auténticas campañas de acoso y derribo a personajes más o menos públicos (humillaciones, insultos, burlas despiadadas incluso en asuntos tan graves como atentados terroristas o accidentes aéreos) se ha convertido en un auténtico problema para la compañía del inocente pajarito. Como muestra un botón: el cineasta Joss Whedon ha cancelado su cuenta después de que sufriera una oleada de odio por parte de fanáticos de los comics de Los Vengadores descontentos con su adaptación al cine. No ha sido el primero y, si las aguas siguen bajando tan negras, no será el último en poner tuits en polvorosa.