Síguenos en redes sociales:

Medusas y migrantes

Para hablar el lenguaje experto internacional digamos que en Siria hemos preferido que se mantenga nuestro hijo de puta, Bashar al-Asad, a los hijos de puta que se le oponen y no son nada nuestro. El estornudo alérgico de la primavera árabe evolucionó en guerra civil crónica con 200.000 muertos (ONU), media población obligada a dejar su casa (11 millones) y más de tres millones de exiliados. Muamar al Gadafi, que fue alternativamente un hijo de puta, nuestro hijo de puta y un hijo de puta de nuevo en sus 42 años de dictadura, murió linchado y ahora Libia es un estado fallido en guerra civil con dos gobiernos en Trípoli y en Tobruk apoyados por distintos grupos islamistas, señores de la guerra, líderes tribales y contrabandistas de petróleo, armas, personas y drogas.

Eritrea tiene 10.000 presos políticos, muchos sin acusación formal, en una red de prisiones y centros de detención donde se tortura más que se desayuna. Los medios de comunicación son del régimen dictatorial, que limita Internet y el servicio militar es indefinido. La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados recuenta 305.723 personas que dejaron el país en 2012.

El calor de estos meses trae medusas y migrantes al Mediterráneo, ese mar nuestro todo el año y del norte en temporada alta. Naufragan en él centenares de personas estafadas, transportadas como esclavos y abandonadas en alta mar por mafias que esperan que las rescatemos. Visto el truco y para que no nos tomen el pelo ya no los rescatamos desde tan cerca como antes porque hemos pasado de la misión Mare Nostrum a la Tritón, con menos barcos, menos dinero. ¡Que se jodan las mafias! Algunos emigrantes llegan y los devolvemos. Quien da primero, da dos veces. Cuando cambia el tiempo y dejan de venir y de naufragar, la tragedia del mar desemboca en una laguna de la memoria. Veamos la puesta de sol sobre el caldo de carne de un mar de cadáveres.

Pulsa para ver más contenido para ti